Ahí donde en verdad se socializan los temas, ahí donde todos opinamos como expertos, donde cada quien es libre de pensar y hablar sin sumar enemigos, sí, ahí en las pláticas de sobremesa y en las charlas con los de confianza, ya es una constante el tópico de la inmigración que sufre Querétaro. Vaya, incluso ya es un tema trillado y pasado de moda que se aborda como cuando nos quejamos del clima. El fenómeno nos tiene confundidos y con detalles banales experimentamos las consecuencias que esto ha tenido por cambios en nuestro estilo de vida. El tráfico, la tranquilidad, la pérdida de la “queretaneidad”, el no conocer a nadie en el restaurante cuando antes saludabas a varios amigos… esos sí que han sido efectos colaterales fáciles de interpretar. Pero no son tiempos de pensar en poner una muralla o cerrar espacios para la gente que ha confiado en “el sueño queretano” y ha venido con todo y maletas a buscar una oportunidad. Por el contrario, es tiempo de asimilar el cambio y entender que esa es la dinámica que nos ha tocado como entidad y que son las cartas a jugar tanto en el papel de ciudadanos como en nuestro papel de profesionistas y empresarios. Al final del día se trata de aprovechar esta condición y potenciarla para que nuestro crecimiento no solo urbano sino económico, sean sustentables. Es justo ahí donde las micro y pequeñas empresas juegan un papel vital, pues sería ingenuo pensar que todos los “nuevos queretanos” llegan a instalar una empresa mediana o grande, o a generar decenas de empleos. Los más de ellos vienen a buscarlo, trasladan su oficina a Querétaro o ponen lo más parecido a una sucursal. También sería ilusorio pensar que las grandes empresas que han estado abriendo sus plantas en Querétaro o ampliado las existentes, pueden generar suficiente empleo para los que ya estábamos y para los que vienen, para los que se gradúan de nuestras más de 50 universidades y para los que buscan un ascenso. Sumemos a este caldo urbano el ingrediente de que más del 70% de los empleos en la entidad los generan las MiPymes y a la terrible estadística de que la mayoría de estos emprendedores fracasan antes de los 2 años de haber abierto sus puertas. Tenemos ante nuestros ojos una gran área de oportunidad. Así es, en un escenario donde el mercado crece y hay más competencia por cada empleo, la alternativa es apostar a los empresarios que abren sus puertas y de antemano se generan el propio y en ocasiones uno, dos o diez empleos más. Esa es la base productiva de un Querétaro que tiene el río revuelto pero que está urgido de entender cuál es el papel que debe jugar en la generación de empleo. Está claro que la industria manufacturera, el comercio de restaurantes y hoteles o incluso algunas empresas de servicios estarán dando bocanadas grandes de empleo. Pero la textura, la cohesión, las costuras finas de nuestra economía, esas pueden tejerse con los cientos de ciudadanos que abren empresas cada año. A ellos hay que apoyarlos, primero para que sobrevivan y luego para que crezcan y se consoliden. El primer paso para convertir un problema en una oportunidad, es comprenderlo en sí mismo y comprender el rol que nos toca jugar. Si queremos generar empleo, entonces hay que empezar por generar cientos de empleadores. Empleadores con visión de sostenibilidad, capaces de crear empresas económicamente rentables, socialmente humanas y medioambientalmente sanas. Querétaro no representa ni 2% de la población nacional. Solo nos interesa a nosotros cuidarlo, sanearlo, hacerlo grande y hacerlo vivible. *Maestro en Arquitectura con estudios en Alta Dirección, Contexto Económico y Sustentabilidad. Más de 5 años desarrollando empresas.

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