Gracias, Héctor, por siempre estar.

Un año más se va, queridos lectores. Se acabó el 2012. El martes será ya 2013. En esta época de esparcimiento, reflexión y ánimo nuevo, vemos llegar momentos en los que las tradiciones regresan una vez más a nuestro entorno de intimidad y familiaridad. Pareciera ser que en este impasse temporal todo encuentra su lugar. Todo se acomoda dando cabida a los tiempos largos cuyo retorno anual busca siempre estar. Así, desde la consecución de las tradicionales posadas, desde el rito en familia de la preparación del exquisito bacalao y la búsqueda de nuevos propósitos, se nos recuerda cuán ínfimos somos y la cortedad de nuestra existencia pero, a su vez, su eternidad. Todo pasa y todo regresa.

El ánimo de encuentro, el ánimo de festividad, es parte en un grupo amplio de nosotros. Es también un tiempo en el que situaciones difíciles y pasadas reviven para otros. Hay quienes esperan la Navidad y el fin del año tan sólo por tener un descanso o vacación. Para otros es realmente un tiempo de recogimiento y reencuentro con los suyos, con los más queridos y cercanos. No obstante, muchos más viven tristezas que creían lejanas pero que de nuevo respiran y resienten. Tiempo de gozo y dolo a la vez. Tiempo de introspección.

Conviven excesos y carencias. Alegrías y dificultades. Libertad y dependencia. Vivimos momentos de definiciones y de recato. Para unos todo es fiesta mientras que otros quisieran tan sólo no estar. Esta es la historia de la humanidad. A pesar del significado de la fecha, todos vivimos circunstancias específicas. Cada uno nos acercamos al momento desde ángulos, realidades, recursos y perspectivas totalmente ajenas que nos definen y nos permiten seguir o nos llevan a actuar en consecuencia y entonces cambiar.

Pareciera que este mes de diciembre es una síntesis de lo que se ha vivido pero que extrema su existencia en un periodo un tanto corto, si acaso en tan sólo 31 de 365 días. La dualidad entre estos positivos y negativos se reduce en la mayoría de los casos a tan sólo 15 días que son los que nos muestran en su extensión las diferencias. Se viven en familia o bien aisladamente. A cada persona se le presenta una situación distinta pero todos de alguna u otra manera, reparamos en pensar lo que nos toca, como individuos, como sociedad y como país.

Más allá del punto en el que cada uno esté, dejemos atrás la pesadez y demos cabida a lo que está por comenzar. Abramos espacios de libertad que modifiquen nuestras rutinas. ¡Ah, qué difícil es! Mucho más simple es continuar con hábitos establecidos —a pesar de que aquéllos sean negativos— y alejarnos de los que desconocemos. Mejor lo que sabemos a la búsqueda de una actitud y convivencia distintas. Abrirnos a la diferencia ¡cuánto cuesta! ¿Para qué?, dicen unos. ¿Qué ganamos?, dicen otros. Así, una vez más, optan por cerrar posibilidades y mantener lo establecido.

Imaginemos, pues, un 2013 realmente como parte de una nueva era. Tenemos todo para que esto suceda. Estamos en el ombligo de la luna. Esto es lo que significa la palabra México en náhuatl. Estamos en el centro del mundo. Cada uno desde nuestras trincheras particulares, hagamos que las cosas sucedan. Démoslas a conocer y abramos así posibilidades distintas a las que hasta hoy vivimos. No esperemos a que los cambios nos vengan de fuera o a que sean resultados de sucesos climáticos o meteorológicos inesperados. Si bien el mundo sigue y no se acabó el pasado día 21, a nosotros nos toca definir cómo queremos que nuestro entorno continúe. Las condiciones están dadas. Podemos mantenerlo tal cual está o fomentar una conciencia nueva que nos permita crear ámbitos de coexistencia mucho más afables, en concordancia con la naturaleza, con la vastedad de recursos y su mejor uso equilibrado para todos.

Con este año que acaba se cierran círculos con matices diferentes, desde los personales que nos invitan renacer y recrear entornos inmediatos que favorezcan nuestro bienestar, hasta los nacionales-sexenales que nos abren una gran oportunidad de continuidad muy diferente de la que vivimos estos últimos seis años. Además, se cierran también círculos externos. No en balde hablamos en este espacio de los múltiples cambios de gobierno a nivel mundial en el 2012. Las puertas se abren, pero está en nosotros entrar y dirigir nuestros pasos y acciones para lograr los beneficios más allá de los establecidos y que favorezcan el crecimiento personal, el desarrollo nacional y nuestra relación global. A nosotros toca sumar y conectar estos tres ámbitos. Muy feliz año 2013.

Secretaria de la sección mexicana del Club de Roma

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