Desde 1951, todos los 7 de junio se conmemora, en nuestro país, el Día de la Libertad de Expresión. En el  51, Miguel Alemán Valdés era presidente de la República. Él, en conjunto con varios editores de periódicos y con el objetivo de garantizar la libertad de prensa, decretó que fuera el 7 de junio un día para recordar, reconocer y respetar la gran labor de las y los comunicadores encargados de informar a la ciudadanía.

Sin duda, esta es una fecha que nos invita a reflexionar, pues la libertad de expresión es un derecho esencial: es la libertad de pensar y compartir razonamientos, reflexiones y opiniones, así como la libertad de buscar y recibir ideas de otras personas sin ninguna limitación o discriminación.

Además, este derecho se relaciona con muchos otros: es un pilar. Está estrechamente vinculado a muchos otros derechos y conceptos que nos ayudan a vivir en armonía con nuestros semejantes. Y, por ello, nadie puede ni debe atentar contra nuestra libertad de expresión.

En la Ley –puntualmente en los artículos 6° y 7° constitucionales– está plasmado que nadie tiene el derecho de prohibir o limitar nuestra libertad de expresión. Incluso, este concepto está escrito en el artículo 19° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

La conmemoración de este derecho subraya la importancia para la democracia mexicana de tener una prensa libre e independiente. No obstante, tristemente, ejercer este derecho en México para las y los periodistas, es un riesgo alto. Lamentablemente, 156 periodistas han sido asesinados en nuestro país desde el 2000 y, tan sólo en lo que va del 2022, 11.

La honorable labor de las y los periodistas, actores clave en la construcción de una democracia sólida, es vital para la sociedad, pues ellas y ellos son en gran parte responsables de la formación de la opinión pública gracias a que difunden información veraz y objetiva relacionada con los acontecimientos que se suscitan día a día en nuestras localidades, en nuestro país y en el mundo en general.

Las y los periodistas son, en esencia, los cuidadores y promotores de nuestro sistema democrático: nos ayudan a exigir y a entender cómo se mueven las distintas esferas que conforman nuestra sociedad, así como a interpretar y a entender hechos que, sin ellos, ni siquiera sabríamos que ocurren. En estas fechas y siempre, hay que reconocerles y agradecerles por su trabajo.

Como conclusión, quisiera compartirles una frase del periodista queretano, Carlos Septién: “Por la naturaleza misma de esta su misión, el periodismo tiene el más completo derecho a la libertad. Pues libre es la razón humana a la cual la prensa sirve; libre para alcanzar su fin supremo que es la posesión de la verdad…”.

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