Octubre ha sido un mes intempestivo en nuestra entidad, no es para menos. La administración actual comete errores tradicionales de aquellos que piensan que gobernar es lo mismo que administrar una empresa, pero ni hablar, las y los queretanos tendremos que esperar a que el actual titular del Poder Ejecutivo estatal logre en algún momento hacer la transición de gerente corporativo a gobernador en turno. El caos que ha generado y que se incrementará en los próximos meses, la magna obra de 5 de Febrero es algo sin precedentes. Con seguridad puedo decir que la ciudadanía tendrá que aprender a vivir en el caos absoluto, duplicando o triplicando sus tiempos de traslado, aumentando su consumo de combustible o en su defecto restándole tiempo a la recreación personal y descanso mientras el de por sí ineficiente transporte público intenta cumplir su función.

Sumado al viacrucis vial que la población vivirá durante prácticamente un año, está el ambiente de inseguridad que aumenta de manera considerable cada día. Lejos, muy lejos está ese Querétaro que presumía de vivir una situación ajena a la violencia y a los actos típicos que el crimen organizado efectúa como parte de su estrategia para sembrar intranquilidad y miedo en una sociedad que ya no asume como verídica la versión que dicta que en la entidad no pasa nada. Es imposible ignorar los recurrentes feminicidios que no son tipificados como tal, las balaceras cuyos videos circulan en redes sociales y las ejecuciones que parecen extraídas de una serie que plasma el actuar de sicarios a sueldo que jalan el gatillo en público y a plena luz del día. Mientras tanto, la gran mayoría de los automóviles continúan circulando con placas nuevas, cuyo principal objetivo de implementación fue el recaudar dinero para invertir en materia de seguridad estatal, misma que fue anunciada con bombo y platillo, pero que hoy en día brilla por su ausencia.

Lástima por aquellos que creyeron en la palabra de las personas que promovieron el voto para el partido hegemónico, hoy la sociedad carece de toda representación, no sólo existe la indolencia de la administración local, sino que sus diputadas y diputados bailan al son que le toquen desde la Casa de la Corregidora y no al mandato del pueblo que exige ser escuchado y tomado en cuenta, por fortuna los segundos viven prácticamente la segunda mitad de su periodo, el encanto del glamour legislativo, está próximo a terminarse. No cabe duda, la llegada a la curul, le corta las piernas a aquellos que dicen ser la voz popular.

Por último nuestra máxima casa de estudios vive su tercer semana en paro, las opiniones en la comunidad universitaria son diversas. De los únicos puntos de encuentro es que las causas de las y los estudiantes son legítimas. Es claro que este periodo de negociación apenas inicia, la Rectoría y Facultades Unidas han tenido un primer acercamiento para encontrar el camino para avanzar en el cumplimiento que la comunidad estudiantil ha puesto sobre la mesa. Esperemos que este movimiento, ya histórico, logre el cometido de lucha que se planteó en un inicio y que aquellos que administran la universidad vean en este paro una oportunidad de afinar los procesos internos que hasta la fecha se habían visto rebasados. Toca esperar y corregir el rumbo.

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