A lo largo de estos ocho meses de pandemia, hemos vivido una multitud de situaciones, de ausencias, de retos en el trabajo, de presencia en casa, de nuevas formas de convivir, cuidar nuestra salud y de descansar inclusive. A este universo de situaciones se suman los festejos, las celebraciones, cumpleaños, aniversarios y ese listado de eventos que seguramente nos hemos perdido o que hemos tenido que “celebrar” de una forma diferente, por decir lo menos —esto aplica incluso para aquellos que si se han “permitido” festejar—.

En este vaivén de eventos digitales, las celebraciones o aniversarios se han vuelto algo peculiar, una amalgama de apertura y cierre de cámaras, de mensajes y aplausos insonoros, de lenguaje facial, ya no corporal y, mayormente, de emociones contenidas frente a la computadora. Seguro que al leer las líneas de este martes pueden recordar como han vivido el último cumpleaños, el aniversario o celebración de esa o esas fechas especiales que seguramente han sobrellevado en solitario, con muy poca compañía, a la distancia o, si se han aventurado un poco más, a “reunirse” frente a una computadora mediante una videollamada y “vivir” el festejo. Ha sido diferente, por no calificar positiva o negativamente las experiencias. Que diferente ha sido celebrar los cumpleaños por ejemplo, si con pastel, velas, abrazos y uno que otro detalle, pero en corto, solo con la familia, sin gran aspaviento ni gran acompañamiento, todo mayormente discreto, apreciando de otra manera, disfrutando los minutos como si fueran los únicos, más no los últimos.

Este martes he traído a esta reflexión semanal un poco de esos festejos que nos hemos perdido o que incluso por decirlo de otra manera, que hemos reencontrado en diferentes condiciones. Uno de estos casos fue la celebración del 13 aniversario de la Universidad Aeronáutica en Querétaro que vivimos la comunidad el día de ayer ha sido memorable de verdad y por supuesto el más atípico de todos. La historia de las doce celebraciones anteriores se vio integrada por semanas de actividades, eventos y días de convivio estudiantil, docente y administrativo que culminaban típicamente en una carrera atlética en donde cientos —y en una que otra ocasión miles— nos reuníamos a celebrar el nacimiento de una institución.

#DesdeCabina reconozco que los que no hemos celebrado como hubiéramos deseado, con festejos incompletos, faltos de personas y con seres queridos a la distancia, mantenemos la esperanza de que esta condición sanitaria no alcance los doce meses, sin embargo como bien reza alguno de los mantras de la resiliencia: “debemos esperar lo mejor, pero estar listos para lo peor” y en este caso puede significar lo que más hemos temido los últimos meses, que esto dure aun más.

En esta última idea, el verdadero logro será resistir el tiempo que sea necesario para que el retorno no solo sea el más adecuado según las condiciones para la convivencia, sino en las mejores circunstancias de fortaleza de espíritu y salud, finalmente aquellos “festejos perdidos” se convertirán en un recuerdo y a la vez en un tesoro de lo que hemos vivido, la última gran pandemia de la humanidad.

Y por cierto, ¡feliz 13 aniversario de la UNAQ, un cielo de oportunidades, en pleno vuelo!. ¡Gracias infinitas a todos los que nos han acompañado!

Rector de la UNAQ

@Jorge_GVR

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