Seguro están pensando que solo esto le faltaba a este espacio semanal, una invitación a un evento en línea, ya fuera seminario, charla, taller, encuentro, conversatorio, panel, o un Webinar, por decir lo más común; todo ese conjunto de actividades en línea -para no entrar en tecnicismos-, ya sea laborales o personales que se ha “incorporado” de manera decisiva, por no decir obligada, a nuestras vidas.

Este martes #DesdeCabina he querido traer a este espacio de reflexión semanal un poco de esto que nos inunda día y noche y al que tarde que temprano, con mucha o poca frecuencia hemos tenido que atender, los eventos y actividades en línea. Así es, hoy que la pandemia sigue haciendo de las suyas, y gran parte de la actividad personal, social y laboral de nuestras vidas discurre en la computadora -o al menos más que antes-, quién no ha “asistido” a alguno, participado como ponente, panelista o moderador en otro, o incluso habrá a quienes les ha tocado organizar más de uno.

Sin entrar en mayor esfuerzo clasificatorio, están los eventos profesionales, aquellos que están asociados a nuestra actividad laboral, cualquiera que sea esta, para los que debemos preparar sendas presentaciones, organizar entregables y hacer reseñas para compartirlas posteriormente. Están por otro lado los meramente informativos o Webinars, aquellos que atendemos y cuyo contenido puede ser meramente de interés general, desarrollo humano, educativo, científico y tecnológico, además de aquellos que pretenden vender o promover productos y servicios. Están las reuniones, que propiamente dicho, son las más comunes, en las que el organizador u organizadores preparan una agenda detallada, “convocan” mediante un enlace a alguna plataforma para atender, desde una computadora, una tableta o incluso el teléfono móvil (con el que a veces hacemos malabares en donde nos encontremos para atender), a reuniones en las que al final se toman acuerdos y se comparten minutas; todo ellos permitiendo una flexibilidad brutal en horario y lugar.

Pero los mejores, creo yo, son los eventos protocolarios: clausuras, inauguraciones, aniversarios, -en donde también puede incluirse a algunos de las clasificaciones anteriores, según el nivel y complejidad- etc., en los que inclusive hasta es necesario “organizar” otro evento para “ensayar” el minuto a minuto y evitar contratiempos tales como problemas con el enlace y conectividad, el orden de las intervenciones, el tipo de preguntas (si es que el evento las considera), los momentos de apertura y cierre de cámaras, entrega de reconocimientos y finalización del evento. Nos hemos convertido, en solo unos meses, en colaboradores digitales con una flexibilidad de horarios y lugares, que sin duda esta afectando otros aspectos de nuestra vida profesional y personal.

En este último sentido, el atender desde casa o desde algún lugar diferente de la oficina, cualquier evento o actividad, produce una atención parcial, una “capacidad multitarea” poco o nada eficiente (¿quién no se ha puesto a contestar correos, revisar las redes sociales, o incluso atender otras reuniones en simultáneo durante el Webinar en cuestión?, por decir lo menos), ya que pretendiendo ser más eficientes, en realidad lo somos menos inclusive, y tapizamos nuestras agendas con eventos con el pretexto de que son en línea.

Los eventos y actividades digitales, han inundado nuestra vida, pero como en cualquier inundación, cuando las aguas vuelvan a su cauce, habremos de entender y visualizar el impacto en nuestras vidas de este, el mundo de los eventos en línea. Mientras tanto, a disfrutar de ellos. Y por cierto los dejo, por que hoy por la tarde soy ponente en un Webinar con jóvenes empresarios de una asociación de industriales.

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