Hoy no es un día como ayer, hoy volvimos a esa “normalidad” que muchos se esforzaron en definir e incluso modelar. Los niveles de conciencia en las personas son asombrosamente altos, casi todos en el trabajo, en las escuelas, en los medios de transporte o en las calles, se cuidan y cuidan de los demás, lo que particularmente llama la atención, ya que llevamos siglos deshumanizándonos, y sin que esto sea una generalidad, hoy que regresamos, se siente en el ambiente lo que otros hacen por uno y en lo que todos nos hemos convertido. Ya no somos un reflejo o sombra de lo que esperábamos cuando nos enclaustramos medianamente hace 10 meses, hoy somos particularmente más humanos, con una apreciación quizá muy simplista, y práctica a la vez, de lo que significa vivir en comunidad, de preocuparnos por los demás a través de cuidarnos a nosotros mismos.

En la oficina, la calidez no se ha ido con los abrazos o besos despreocupados que acompañaban al buenos días, o buenas tardes, se han sustituido por retahílas de buenos deseos y frases simples pero de gran significado en deseos y bienaventuranzas, hemos recuperado el parafraseo y la comunicación verbal y escrita con nuevas dimensiones, con mensajes más profundos pero a la vez más simples. En casa las muestras de cariño no se escatiman y son infinitamente más apreciadas, las conversaciones son mucho más que un recuento de las peripecias y novedades cotidianas, son sendos espacios para entrelazarse, para escuchar, para convivir y no solo coexistir; también las relaciones, estresadas al máximo en los primeros meses de la pandemia, hoy son un claro recuento del avance —o quizá regreso— de la humanidad a sus orígenes más simples y también más íntimos.

La humanidad en su conjunto sigue su rumbo, creciendo y reconfigurándose a cada minuto, con cada nuevo avance tecnológico, que lejos de sorprender como hace décadas en donde las disrupciones tecnológicas se sucedían casi a diario, hoy son vistas con una normalidad que abruma.

Tal parece que entender lo que un nuevo gigante tecnológico está liberando al mercado o aquello que era considerado solo de ciencia ficción, es un deber para no convertirse en analfabeta tecnológico, para sobrevivir al mar de nuevas aplicaciones o nuevos modelos de entretenimiento, del cuidado de la salud o de administración del aprendizaje. De repente parece que no hemos aprendido nada, a pesar de que hemos avanzado mucho.

Este mundo al que hoy volvimos sigue sin desmoronarse, sigue esperando que ese homo sapiens no se desvanezca y lo voltee a ver, sigue con la esperanza de que la última gran pandemia que ha vivido la humanidad, la provocada por la enfermedad Covid-19 en pleno siglo XXI, haya dejado un aprendizaje suficiente como para cambiar más allá de solo la conciencia en la comunicación y cuidado de la salud; el mundo espera que se haya gestado una transformación profunda y duradera —sobre todo duradera- en la conciencia del hombre como especie. Aquella frase planteada por el científico y divulgador estadounidense Carl Sagan: “... esa mezcla combustible de ignorancia y poder, tarde o temprano va a explotarnos en la cara...”, parece que hoy, al regreso, cobra finalmente sentido y espero nos haya dejado algo de aprendizaje, pero ¿cuánto tiempo nos durará la lección?. Hoy es el primer día, veamos qué sucede mañana.

@Jorge_GVR

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