Cualquier evento o fenómeno que pretenda entenderse requiere información, datos para comprender las causas que lo originan, para predecir su comportamiento, ya no digamos para encontrar soluciones a las problemáticas que origina. Aquello que no se mide, no se puede controlar en definitiva.
Sin embargo, la reflexión de este martes va más allá de la existencia de la información o de su oportunidad, este martes, #DesdeCabina, más bien quiero dedicar el espacio que me brindan todos ustedes al leerme, para compartirles mi interpretación respecto de la intencionalidad de dicha información.
En estos días, estoy seguro que a más de uno le han enviado o ha encontrado en redes sociales cualquier cantidad de videos, textos supuestamente referenciados de manera adecuada, respecto de la pandemia, de los tratamientos, de la estadística y evolución de la curva de contagios, lamentables decesos, así como de todas aquellas supuestas historias sobre el origen, tratamientos y conclusiones anticipadas. Una gran mayoría son una vil farsa tristemente orquestada con otros intereses.
Como dice la frase atribuible al escritor y político Edmund Burke “la prensa es el cuarto poder”, y sin que ello atraiga otras interpretaciones, en tiempos en que cualquiera con nulos o pocos conocimientos tiene acceso a una o varias cuentas en diversas redes sociales, y se siente con la autoridad para transmitir breves compilaciones, datos o simplemente comentar sobre lo que las fuentes oficiales informan, la cosa se vuelve intensa, y más si añadimos el componente de la intencionalidad. El poder de la información es inmenso.
Hoy que las autoridades, generadores de la información y todos aquellos observadores de la misma, coexisten más libremente gracias a las redes sociales y los diversos medios electrónicos de comunicación -incluyendo los oficiales-, la voracidad con la que se consume la información provoca una variedad de efectos, entre ellos el contrario, desinformar, provocar aún más división entre la gente o incluso, en casos más extremos exacerbar los ánimos provocados por el mismo aislamiento. He escuchado desesperadas a muchas personas preguntando ¿será cierto todo esto?, ¿cuándo regresaremos?, ¿por qué otros países ya van a volver?, ¿qué podemos hacer para regresar rápido a la vida normal? -o a lo que quedará de ella-; “ ... ya viste este video sobre el uso de cubre bocas y sobre las estadísticas de pruebas y evolución de la pandemia ...”, me la mando mi primo que esta en algún lugar del mundo. En fin son muchas las preguntas y comentarios que la información y la intencionalidad en su manejo pueden provocar en la emocionalidad y juicio de las personas.
#DesdeCabina, esta que sigue pilotando virtualmente diferentes aeronaves, quiero aportar y hacer el llamado a todos los que con buena intención y también a aquellos cuya intención es desconocida, que verifiquen el origen de la información que comparten, que validen aquella o aquellas organizaciones, autoridades o medios que la generan y que incluso cuestionen no solo su legitimidad técnica, sino más importante aún la intención con que difunden o pretenden transmitir o retransmitir los datos o información, a veces es más útil no transmitir información para evitar reacciones inútiles o dañinas. La información es sumamente valiosa, pero también hay que ser consientes del poder que esta tiene. Continuará ...
Rector de la UNAQ
@JorgeGVR