La política mexicana es producto de nuestra idiosincrasia, está basada en el sincretismo donde encontramos misterios y símbolos. El actual Ejecutivo Federal es el prototipo y resultante de este acontecer histórico. Le gustan la distracción y el entretenimiento políticos. Está ocupado en construir y montar la tramoya del teatro donde presentará su propuesta de candidatura para la Presidencia de la República.

Durante su vida política, el discurso del ejecutivo Federal se basa en despotricar contra el presente y de prometer un fabuloso futuro, solo era cuestión de ser austero y honesto. A tres años y medio en el poder, el demagogo autoritario no tiene más remedio que enfrentarse a la realidad, por más que le guste evitarla. A medida que avance más el sexenio, seguirá acumulando frustración y resentimiento. El mesiánico que se cree el gran transformador de México habrá entendido, al no poder evadirse de la realidad, que su legado será uno de retroceso, polarización, destrucción y fracaso.

Un ser enloquecido que, como tantos autoritarios, arrastrará al país en su caída personal.

Diego Fonseca ha escrito en su libro “Amado líder”, que no hay proyecto populista que no pretenda la acumulación de poder. El caudillo puede contradecirse y negar la contradicción, y salir airoso porque el discurso populista rara vez tiene restricciones de coherencia. El uso de las palabras como herramientas de confusión, los ‘hechos alternativos’, la mentira, la posverdad, las verdades mejoradas es intrínseco al asalto discursivo contra la democracia representativa. “No puedes tener un debate con quien reniega de los hechos y la honestidad intelectual”.

Por esta razón la percepción de su popularidad sube y baja, las variables de popularidad y calificación del gobierno están por hacer cruce de inflexión (empatar o cruzarse), de aquí al 2024.

En la medición de Morning Consult que mide el índice de aprobación de líderes gubernamentales, los índices de aprobación más recientes se basan en datos recopilados del 11 al 17 de mayo de 2022, en un promedio móvil de siete días de residentes adultos en cada país, con tamaños de muestra que varían según el país.

El presidente de la República obtiene un 65% de aprobación, un 36% de desaprobación y el 7% no sabe. En el renglón trayectoria de los países se preguntó a los encuestados si dirían que las cosas en su país van en la dirección correcta o se han desviado por el camino equivocado. El 18 de mayo de 2021, 44% de los mexicanos encuestados opinaron que va en dirección correcta, el 56% que va en camino equivocado, el 16 de mayo de 2022, el 55% de los encuestados opinaron que va en dirección correcta y el 45% que va en camino equivocado.

La percepción sobre cómo ha manejado López Obrador temas como la economía, la corrupción o la seguridad difiere de su aprobación general. Hay más personas que consideran que el presidente ha tenido un mal desempeño: 42% piensa que lo ha hecho mal en el combate a la corrupción, 52% considera que ha manejado mal la seguridad y a 41% que ha tenido un mal manejo de la economíaEntonces, ¿por qué López Obrador tiene una aprobación alta?

Francisco Abundis, director de Parametría, señala que: “por una parte, López Obrador ha provisto a la población de programas de ayuda social y, por otro, es un tema simbólico y de interpretación de ciertos eventos, estamos en un momento tan complicado que necesitamos una interpretación sencilla y verosímil se encarga de proveerla”. “La base electoral del presidente no tiene esas preocupaciones. Sus votantes no registran este tipo de eventos y si el Presidente dice que no se preocupen, ellos se quedan tranquilos”.

La directora de SIMO, una institución enfocada en el análisis político y de mercado, explicó que “se ha posicionado de manera muy diferente a los anteriores presidentes: su forma de presentarse es distinta y, de hecho, los que más aprueban a López Obrador son los que más se identifican con su narrativa”.

Expresidente municipal de Querétaro y exlegislador. @Chucho_RH

Google News