En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se experimenta una suerte de relevo generacional, en el que los cuadros cercanos al presidente empiezan a ser sustituidos, por lo menos en los hechos y en el nivel de influencia, por un grupo de jóvenes cercanos a los hermanos López Beltrán.

El “pequeño Andy”, como se le conoce al segundo hijo de AMLO, es el más interesado en colocar piezas incondicionales en la administración federal, en una especie de súper gabinete por el que deben pasar incluso todos los proyectos y decisiones de los secretarios de Estado que nombró su padre.

La pieza clave de esta súper estructura es el secretario técnico del gabinete, Carlos Torres Rosas, quien despacha desde Palacio Nacional como parte de la Oficina de la Presidencia, pero cuya influencia desde hace más de un año supera por mucho a la del propio jefe de ese departamento, Alfonso Romo.

De hecho, la presentación en sociedad de Torres Rosas fue precisamente de la mano de Romo, cuando a principios de 2020 se anunció la creación del Gabinete para el Crecimiento Económico, y parecía que el empresario avecindado en Monterrey recuperaba fuerza en la administración.

El esperado regreso del jefe de la Oficina de la Presidencia nunca se materializó y, en cambio, sí se fortaleció la imagen del secretario técnico del gabinete, quien para entonces ya era señalado como responsable de dejar fuera de la jugada al primer titular de Hacienda de la 4T, Carlos Urzúa.

Entre los funcionarios que visitan frecuentemente Palacio no queda duda de que el principal consejero de AMLO en materia financiera es este economista proveniente de Durango, mismo que reporta también permanentemente a su amigo ‘Andy’ López Beltrán y quien no siempre le ha dado los mejores consejos, pero sí los que el Presidente quiere escuchar.

Sin embargo, tal poder nunca es suficiente en un gobierno en el que la economía no es un tema prioritario, y en el que la mira del Presidente se ha enfocado en asegurar la mayor cantidad de votos para su partido en 2021 cuando se pongan en juego 15 gubernaturas y la Cámara de Diputados a nivel federal.

El verdadero control se encuentra en el manejo de los programas sociales, o mejor dicho en la estrategia electoral, y es ahí donde apuntan los intereses de Torres Rosas, un camino en el que, al igual que lo hizo con Urzúa y Romo, deberá minar la presencia de Gabriel García Hernández.

Según fuentes cercanas al primer círculo presidencial, Torres Rosas va muy adelantado en esta tarea, con una mezcla de aciertos del joven economista y una larga cadena de errores del encargado de los Programas para el Desarrollo.

La confianza que AMLO le retiró a su hombre fuerte parece posarse ahora en el máximo representante de la nueva generación, quien toma decisiones para el reparto de recursos de los programas sociales.

No será de extrañarse entonces que en los próximos relevos importantes de la Cuarta Transformación aparezcan algunos nombres de este grupo cercano a los hermanos López Beltrán, como el casi inminente arribo a Segalmex de otro joven funcionario: Rodrigo Rojas Navarrete, quien además como simbolismo sustituiría a Ignacio Ovalle, uno de los mejores amigos de AMLO.

Posdata

Con respecto a la columna publicada el martes, titulada “Se cierra el círculo en torno a Mancera”, los notarios mencionados aseguraron no tener vínculos con Miguel Ángel Mancera ni con los funcionarios de su primer círculo que son investigados. También dijeron no tener conocimiento de investigaciones en su contra por parte de la FGJCDMX o de la UIF, aunque uno de ellos, el notario 215, reconoció que tuvo requerimientos por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera para hacer aclaraciones sobre sus cuentas. Asimismo, desconocen algún procedimiento para retirarles las patentes notariales.

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