“Un cambio de régimen político”, en ello se define el discurso de apertura del Presidente López Obrador. La pregunta es si un cambio de régimen deriva de un solo hombre o de la voluntad democrática de una colectividad y si este se realiza en un instante o se hace gradualmente, por etapas y en un lapso determinado de tiempo. ¿La elección decidió un nuevo Presidente o también un cambio de régimen? Son algunas de las cuestiones que de forma objetiva, despojándome de ideologías, trataré de dilucidar. Lo que queda claro a todos es que la elección decidió combatir la corrupción y los privilegios.

La palabra régimen deriva de “reglas” que dan molde a una forma de gobierno a través de nuevas normas que constituyen las atribuciones de una parte del Estado, es decir, el gobierno.

El Estado lo es su pueblo, su gobierno, su territorio y sus normas jurídicas. ¿Qué implica un cambio de régimen entonces? Modificar aquellas reglas que le dan facultades a los órganos del Estado electos o encargados de gobernar.

Regímenes políticos han existido diversos en la historia universal. El régimen constitucional; el régimen absolutista o totalitario; el régimen comunista; régimen democrático; régimen parlamentario; régimen monárquico; régimen republicano; aristocrático, oligárquico, autoritario, socialista, etcétera.

Luego entonces ¿en qué tipo de régimen vivíamos antes del primero de diciembre? Pues en un régimen democrático para empresa, porque así alcanzó Lopez Obrador el poder; pero fundamentalmente en un régimen constitucional, diría yo, presidencialista.

“Técnicamente” México no ha cambiado su régimen político en tanto sigue siendo presidencialista. El artículo 80 de la Constitución mexicana incluso, siempre, a diferencia del Poder Judicial y Legislativo ha calificado al Poder unipersonal como “supremo”; así se le denomina y se le entrega la jerarquía máxima en la constitución como el Supremo Poder Ejecutivo.

La creación de Organismos Autónomos como la Comisión de Derechos Humanos, en Instituto Nacional Electoral, entre otros, le han puesto contrapesos sociales y políticos a esa supremacía del presidente en turno. ¿Que sucedería con ellos en un “nuevo régimen”?

Estamos inmersos, por lo menos en la letra plasmada en la Carta Magna, en una República, Representativa, Federal, Laica y Democrática.

El Presidente tiene una visión que combate a la corrupción y busca terminar con la pobreza. Eso en sí es un programa de gobierno y una agenda. ¿Cual sería el nuevo Regimen político entonces?

El asunto es que al escuchar el programa de gobierno, me decía una compañera militante del PRI, parecía que recitaba la declaración de principios, los estatutos y el programa del Partido Revolucionario Institucional en buena parte; y estoy de acuerdo que todos esos ideales se encuentran ahí, pero al distanciarse de esos principios sociales y al “aderecharse”, el “viejo régimen” viró hacia la tecnocracia, hacia el neoliberalismo y no existió congruencia entre la letra de sus documentos y la práctica en sus políticas sociales. De ser un partido de “centro izquierda”, cada vez más se alejó de esa latitud política.

Así AMLO toma la visión social, pero en un régimen estrictamente Presidencialista en su máxima expresión, como quizá se vio en los años ochentas, setentas, etcétera.

Que todos los mexicanos tengan éxito y oportunidades de superación, lo deseamos todos.

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