Si usted pensaba que iba a ofender al Señor Presidente, está equivocada/o. Solo estoy tratando de entender si la filosofía política del “maniqueísmo”, del sabio persa Maní, explica el discurso del mandatario.

Se trata de una religión universalista, en la cual se tiene una fe definitiva que no acepta supuesto contrario. Su dicho invalida cualquier otro postulado diferente al suyo y divide a la gente entre los oyentes y los elegidos. No hay otro pueblo: los que no compaginan con él, simplemente no existen. El desdén a las manifestaciones por motivo del día internacional de la mujer, da cuenta de ello.

¿Resulta muy difícil aceptar que el Estado ha fallado? Sí lo es, pero está a tiempo de hacer algo; de tomar medidas urgentes e inmediatas. Será más difícil aceptar después que falló, y que además no se hizo nada.

De acuerdo a las propias cifras institucionales, salimos a las calles más de 80 mil mujeres a manifestarnos. Señor Presidente, esto habla de una revolución feminista, y de una toma de conciencia. Habla de que decenas de miles de mujeres no estamos de acuerdo con sus políticas de atención a la violencia en contra de las mujeres. Y nos referimos a las violencias, en todas su modalidades y tipos, por cierto, reconocidas en ley. No se trata de ideologías.

Es inaudito que, después del contexto de violencia en el que vivimos las mujeres, y que a partir de los propios datos oficiales, la agenda del Presidente no haya dado un giro en dos sentidos inmediatos: 1. Una disculpa pública por la falta de debida diligencia del Estado Mexicano, y 2. Anunciar nuevas medidas de atención inmediata a la violencia.

Ante estas circunstancias las mujeres exigimos, no respuestas, sino acciones firmes que nos protejan. ¿Como cuáles? Un presupuesto extraordinario; la instalación de una instancia transversal en su gobierno que coordine el ejercicio presupuestal, los programas y de seguimiento al cumplimiento de metas; hacer un llamado al Congreso Federal y locales (concretamente a las y legisladores de Morena) para que aprueben de una vez por todas las reformas archivadas; la creación de una procuraduría especializada en la investigación, sanción, medidas preventivas y de reparación de las mujeres, fuera de la Fiscalía General; fortalecimiento y ampliación de la red de refugios y centros de justicia para mujeres, entre otras.

¡Ya basta de declaraciones maniqueas! Esas no resuelven los problemas. Los feminicidios han aumentado un 137% en los últimos cinco años, y existe un 99% de impunidad en casos de violencia contra las mujeres. Además, según las estimaciones del Inegi, en el segmento de población de 18 años y más, en 2019 el 19% fue víctima de acoso personal y/o violencia sexual, y las diferencias entre género son amplias, siendo los casos contra las mujeres (27%) más alto que el de los hombres (10%).

¿Cuál es la agenda inmediata a impulsar? En primerísimo lugar, sería muy importante que nos escuchara directamente el Presidente, de viva voz, en grupos de mujeres que representemos a los distintos sectores, colores y texturas de nuestro maravilloso mosaico inteclultural: todas mujeres, jóvenes, adultas, indígenas, afromexicanas, intelectuales, en situación de calle, amas de casa, lgtttbi+, estudiantes, comerciantes, artistas, escritoras, deportistas, y un largo etcétera. En síntesis, a todas las que salimos a las calles a manifestarnos.

En segundo lugar, dejar de pelear, y ponernos todas y todos a trabajar. Por las Mujeres y por México.

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