¿Se nos adelantó la primavera? Para valorarlo, podría usted usar las flores moradas como medida del tiempo. Las Jacarandas empiezan a colorear las avenidas desde inicio de febrero, pero el equinoccio llegará hasta el 20 de marzo.

Con la floración, llega el polen y se agudizan las alergias, de las que probablemente usted sea víctima, al igual que yo. En su caso, el carácter predictivo de la primavera es resultado de ese biosensor que para fines prácticos solemos llamar nariz, y cuyo augurio primaveral será identificado como rinitis en las clínicas y hospitales. Nada que no se cure con loratadina, dirán. Así, entre mayor escurrimiento nasal, más adentrados estamos en temporada de antesis.

Cualquiera que sea su medida, las coloridas flores o los “moquillos” matutinos, ¿se nos adelanta la primavera? 
Esta fue una hipótesis que merodeaba mis pensamientos desde hace algunos años, acaso por el cambio climático, acaso por alguna razón poco estudiada. Resulta que no era una idea tan disparatada, pues las flores no estaban confundidas ni mi rinitis averiada.

El grupo de investigación liderado por William R. L. Anderegg, de la Universidad de Utah, en 2021 publicó en la revista científica PNAS un estudio sobre el polen en el aire de sesenta ciudades de Norte América entre 1990 y 2018. Los resultados indican que los niveles de polen se están adelantando, además se reporta incremento en concentración y duración en que se mantiene en el aire. Así, algunos medios le han llamado “tsunami de polen” a este fenómeno, que se estaría adelantando 20 días y durando ocho días más. Dichos cambios se agudizan en los últimos años, al igual que su rinitis, y están estrechamente asociados a la temperatura del aire, que es más cálida y a mayores niveles de dióxido de carbono que resultarían en una mejora en la producción de biomasa en las plantas.

Los autores también hacen estimaciones para saber si esto es resultado del cambio climático provocado por los humanos, encontrando que efectivamente hay una contribución importante, pero no totalmente atribuible al factor antropogénico. La tendencia indica que estos efectos incrementarán, provocando más enfermedades respiratorias, particularmente importante en padecimientos como asma.

Resultados similares se reportan en Europa, pero para esta nota no encontré información sobre la saturación de polen en el aire en nuestro país, al menos no en una ventana temporal que permita ver alguna tendencia histórica. Por lo que cabe la pregunta: ¿estamos salvados? Probablemente no, y quizás un indicador muy cercano, en la experiencia cotidiana, lo tenemos justo frente a nuestros ojos, en la nariz alérgica que por ahora está protegida por un cubrebocas.

Fuente: William R. L. et al. (2021). Anthropogenic climate change is worsening North American pollen seasons. 
Disponible en: http://bit.ly/2OGunP7

*Twitter: @chrisantics

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