Pues resulta que el PRI no estaba muerto, sino que andaba de parranda y tras una resaca de dos años, finalmente pudo obtener nuevamente un triunfo electoral, lo cual hizo a muchos recordar ese famosísimo cuento corto de Monterroso que dice: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Y el triunfo fue como en la época dorada: carro completo en Coahuila y ganando con gran margen en Hidalgo. Así se desató la euforia tricolor como si hubieran ganado una elección presidencial o de menos, una gubernatura; pero lo que ganaron fueron un congreso local del estrado norteño y una mayoría de municipios en el estado del centro: es decir, es un botín muy menor al que acostumbraba el otrora partidazo pero que los priistas millennials lo gozan como si fuera la mismísima Presidencia de la República.

Y tan urgidos estaban de triunfos, que andan retadores: se ufanan de que a su partido les han dado por muerto varias veces, pero siguen vivitos y coleando.

Pero los que rayan en el ridículo son los ultraopositores del presidente López Obrador. Vicente Fox hasta se emocionó por el pequeño triunfo del PRI millennial y dijo que ese era el camino, en tanto, exdirigentes del PRD se ufanaron que era el principio del fin del lopezobradorismo y que Morena era el gran perdedor.

Analicemos con serenidad. Es inobjetable que es un triunfo del PRI, que había quedado en la lona. Pero es un triunfo muy pequeño, tan pequeño como en lo que se ha convertido el partido ahora. Ganaron en Coahuila e Hidalgo, sus últimos bastiones históricos. Pero no fue una gubernatura, fue un congreso y una mayoría de municipios en el caso de Hidalgo. ¿Significa eso el retorno del PRI como fuerza hegemónica? Definitivamente no, si acaso nos muestra que el futuro del PRI es convertirse en un partido con cierta fuerza regional concentrada pero ya lejos de ser esa fuerza hegemónica nacional.

Por otra parte, es claro que Morena sufre una derrota y pagan las consecuencias por su falta de institucionalidad reflejada en su disputa por la presidencia del partido.

Pero el gran derrotado es el PAN, estuvo lejos de mantener lo ganado hace tres años; quizá la apuesta es retener el año entrante los estados del Bajío, donde se concentra históricamente su fuerza.

En tanto, el PRI millennial celebra estos pequeños triunfos, pero ojo, que no se excedan en la fiesta porque la resaca en 2021 puede ser peor: hay elecciones en Querétaro y ninguna encuesta muestra que el tricolor pueda ganar.

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