Recientemente se dio a conocer, de acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública del gobierno federal, que por primera vez en la historia reciente de México habrá 1.5 millones de estudiantes menos en las escuelas en este ciclo escolar.

Como mexicanos deberíamos estar alarmados: esta es una prueba de que verdaderamente el futuro de nuestro país está en peligro. Si uno quiere conocer cómo podrá ser nuestro país dentro de algunos años, basta con asomarse a un salón de clases y, de acuerdo con estas cifras, por lo menos será un salón semivacío.

Existen diversas razones externas que pueden explicar parcialmente por qué han disminuido los estudiantes inscritos, entre las cuales destaca la pandemia por Covid-19. Sin embargo, frente a ese desafío mayúsculo requerimos una SEP proactiva, capaz de implementar una estrategia emergente para implementar una educación adecuada a distancia. Lo cierto es que la SEP fue totalmente ausente y omisa, porque el peso de la educación durante la pandemia lo asumieron los padres de familia y los maestros.

Cuando buscamos las razones de fondo por las cuales la institución encargada de la educación en nuestro país fue incapaz de garantizar el derecho a la educación, es muy fácil encontrar el origen del problema. La extitular de la Secretaría, Delfina Gómez, fue una funcionaria que destacó por su mediocridad y su incapacidad; pero en lugar de mejorar, el panorama empeora: la nueva titular de la SEP, Leticia Ramírez, no cuenta con ningún antecedente que garantice que pueda cumplir adecuadamente con el reto de mejorar la educación de nuestro país.

Desafortunadamente el desastre que impera en el ámbito educativo no es la excepción, sino la regla en todas las demás áreas del gobierno federal. El país cada vez es más inseguro, la crisis económica se agrava cada vez más y la política de salud ha provocado miles de muertes que pudieron evitarse. No hay un solo tema en el cual este gobierno esté dando buenos resultados.

La razón de la crisis es muy obvia: López Obrador ha nombrado al frente de las principales instituciones de este país a personas incondicionales a él, incapaces de cuestionar sus ideas retrógradas o sus planes inviables. Como lo dijo desde 2019: “90% honestidad, 10% experiencia”, otra forma de decir que prefiere a quien, ante todo, haga lo que él le diga.

El problema de la lealtad de los titulares del gobierno federal es demasiado evidente: son personas incapaces de resolver los desafíos que enfrenta nuestro país. Nos gobierna la lealtad incompetente, y quizás eso alivie la inseguridad y la paranoia del presidente, pero a cambio está llevando a nuestro país a la ruina.

Los errores de este gobierno en el ámbito educativo le saldrán muy caros a México. Por lo menos dos generaciones perderán la oportunidad de salir adelante por medio de la educación, algo que puede considerarse inclusive como un acto criminal. Con la educación de las futuras generaciones ni se juega ni se negocia, y como diputado federal, la defenderé hasta donde tope.

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