Habitar en viviendas insalubres, malogradas, edificadas con materiales de muy baja calidad que, en épocas de frío sufres porque te congelan los huesos; en donde en su interior se dividen cuartos improvisados para dormitorios y estancias que se usa tanto para la cocina, la sala, el estudio y el baño.

En esas viviendas —si así se les puede llamar— los servicios de agua potable, drenaje, electricidad, servicios de limpia, de seguridad y hasta centros escolares y clínicas prácticamente no existen.

Todo esto, constituye, sin duda, la expresión más patente de la pobreza, la marginación y el olvido en que viven miles de habitantes en varias colonias de la ciudad de Querétaro.

De acuerdo a datos de Informe anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social 2018 y que seguramente no ha cambiado para mejorar, en la ciudad de Querétaro hay un 3.3% de viviendas sin agua potable y las que seguramente dicen tener, su abastecimiento es muy irregular —una vez a la semana llegan a tener si tienen suerte.

Y el hacinamiento se presenta en el 4.1% de las viviendas lo que seguramente se ilustra con pequeños o reducidos espacios por persona y lo que esto implica en las relaciones familiares cotidianas.

Estas condiciones indignas son un caldo de cultivo para generar una ciudadanía resentida, de baja autoestima y, espacios con altos índices de morbilidad y violencia intrafamiliar.

En nuestras visitas a diferentes colonias de la ciudad, advertimos la vida humillante en que se sostienen frágilmente miles de familias. Y comprobamos que no vivimos en una ciudad con Rostro humano.

Como ciudad, estamos muy lejos de los Objetivos del Desarrollo Sostenible que impulsa el PNUD que busca poner fin a la pobreza y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para 2030. En Querétaro esto es una ilusión.

El propio IMPLAN Querétaro reconocía en 2018 las carencias de una ciudad con pretensiones cosmopolitas.

Entre las debilidades destacan:

-Ausencia de una política local de vivienda y dificultad de accesibilidad a ésta, lo que supone que exista una población que habita en zonas de riesgo.

-Un municipio con desigualdad en la distribución y concentración del ingreso.

-Inversión en infraestructura que no incrementa la calidad de vida de las áreas más excluidas.

-Polarización de oportunidades por la falta de calidad y cobertura de servicios públicos.

-Sobreoferta de vivienda y alto porcentaje de vivienda deshabitada que contrastan con la dificultad de parte de la población para acceder a una vivienda.

-Escasa planeación y débil gobernanza en el desarrollo urbano.

Y por lo que se nota, actualmente seguimos igual o peor.

Hoy, esta ciudad requiere de servidores públicos que se comprometan a la integración y desarrollo de todos los ciudadanos que habitamos en esta gran ciudad.

Necesitamos una ciudad donde los habitantes encuentren garantizados su seguridad, protección; se les facilite el descanso; se les suministre los recursos necesarios y suficientes para su higiene personal, doméstica y el saneamiento. Necesitamos una Ciudad Digna.

Google News