El presidente Andrés Manuel López Obrador presentó hace unos días su Segundo Informe de Gobierno y en esta entrega quiero abordar el aspecto económico de este primer tercio de la Administración.

Este gobierno encontró un país polarizado, agraviado y saqueado por los gobiernos caducos de los últimos 30 años.  Hoy, los retos del país en materia de crecimiento económico y desigualdad están siendo atendidos, como nunca antes, dando prioridad a los que más lo necesitan, en las regiones más pobres del país y en los sectores productivos con mayor rezago en los últimos años.

Ya no era posible entonces mantener la viabilidad económica de México y de su población, mayoritariamente agraviada por los resultados de recetas económicas que eran paliativas y en muchos casos nocivas para el bienestar económico de las familias; había que extirpar el mal, y eso, es lo que estamos haciendo a menos de dos años de iniciada la actual administración pública federal.

Ya no era posible continuar en la ruta de tesis neoliberales caducas de movilidad social que por décadas engañaron a los mexicanos, a los que les prometieron una y otra vez que con su esfuerzo y talento se podía salir adelante.

Hoy sabemos que nueve de cada 10 personas que nacen pobres, morirán pobres con independencia del esfuerzo y talento que tengan; y que nueve de cada 10 personas que nacen ricas, morirán ricas con independencia del esfuerzo y talento que no tengan.

Es justamente en este punto donde se justifica categóricamente la sólida presencia de un Estado vigilante, que compense las distorsiones que el mercado jamás atendió y que inclusive incentivó.

Un factor fundamental, que no se puede dejar de lado, es la compleja situación económica provocada este año por la pandemia de Covid-19, para lo cual coincidimos en la oportuna y ante todo sensible reorientación presupuestal emprendida por el Gobierno de la República, precisamente para ayudar a los de abajo, en vez de rescatar a los de arriba, como se hacía en el pasado. En lugar de contraer deuda, se mantuvieron finanzas públicas sanas y se fortaleció el mercado interno.

Esto es fiel reflejo del nuevo modelo que asumió los retos en materia de crecimiento económico y desigualdad desde una perspectiva de justicia social.

Hoy tenemos indicadores estables y alentadores. Como nunca antes en la historia se incrementó el salario mínimo. Luego del incremento en 2019, de 16.2%, en 2020 el salario mínimo aumentó en 20%, ubicándose en 123.22 pesos diarios y 185.56 pesos en la frontera norte. Durante 2019, el salario mensual promedio de la población ocupada tuvo un crecimiento real anual de más del 6%. Y antes de marzo de 2020, la tasa de desocupación laboral fue de tan solo 3.4%, esto es un punto porcentual menos que en 2019.

Aunado a lo anterior, destaca también la entrada en operación del Tratado México, Estados Unidos de América y Canadá (T-MEC) el 1 de julio de 2020, que actualiza y otorga certeza jurídica al proceso de integración comercial de la región y se trata de un camino formal al crecimiento rumbo al desarrollo con apalancamiento transfronterizo.

Adicionalmente, el impulso a una inédita política de austeridad al interior de la Administración Pública Federal y de combate frontal a los estragos presupuestales de la corrupción, han sido talantes que han generado importantes ahorros, los que combinados con eficiencia en las políticas de ingreso y de gasto público han permitido ampliar el espacio fiscal para financiar programas y proyectos prioritarios, antes imposibles de proyectar.
Sin duda, el gobierno se encuentra enviando señales de un innovador manejo de la economía a los mercados internacionales, al tiempo que da muestras de que, un crecimiento económico incluyente, es posible sin causar desequilibrios en las finanzas públicas.

Los últimos 30 años de nuestra nación fueron una noche larga para millones de mexicanos que se acostumbraron a vivir y morir en la pobreza, mientras un puñado trastocaba las nobles instituciones nacionales en un inmenso aparato estatal que satisfacía sus abusivas ambiciones patrimoniales.

Eso se acabó, y quien no lo quiera entender terminará en prisión, viene ahora una noche larga para todos ellos. Váyanse preparando.

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