¿Cómo elegir a un buen candidato a una posición pública, en la cual, el día de mañana y por un plazo determinado, pondremos en sus manos el curso del país?

Ésta es una interrogante nada sencilla de resolver para las sociedades de cualquier nación. Sin duda, el método que más se ha establecido en el mundo moderno, es bajo las reglas de un proceso democrático, en sus diversas variantes.

Más allá del procedimiento electivo, me parece mucho más trascendental, conocer a quién elegimos. Si es mujer u hombre, eso ya debemos darlo por descontado, ya no es un asunto de género. Para el caso de las candidatas, afortunadamente hoy contamos con mujeres mejor preparadas y capaces, que han construido su trayectoria política, abanderando una causa o demostrando su capacidad por ellas mismas, y que no han crecido al amparo de nadie. Con luz propia, por su fortaleza e inteligencia. Donde su trabajo y su imagen pública las ha distinguido para ser consideradas por otros como posibles candidatas.

En el caso, de los hombres el espectro aún es mayor. Habrá tantos candidatos como lo es la sociedad mexicana plural y cosmopolita. Elegir bien, ése es el dilema. A estas alturas existe un grupo de mexicanos que ya han decidido por qué candidato no votarían. Necesitamos personas como candidatos a la Presidencia de la República de una probada capacidad para conducir una nación en desarrollo.

Donde su posible estilo de gobernar impactaría la vida de los demás y la de nuestras familias. Ahí, es donde podemos poner el acento, de nuestra decisión. Quiero una revancha, o quiero estabilidad en la vida nacional. Candidatos que representen el primer perfil, debemos de situarlos en el lado, por el cual nunca se votaría, y concentrarnos en aquellos candidatos que representen una alternativa seria. Elijamos a los más capaces, aglutinadores de energías y voluntades. No apostar por candidatos, que provocan tormentas, que causan incertidumbre.

El riesgo de la tranquilidad y la prosperidad de la nación es la que estará en juego en las elecciones de 2018. Y no es un juego suma cero, o de la eliminación del adversario. Aquí nos tocó vivir, crear familia, proyectos de vida e, incluso, de nuestros propios sueños, como para que llegue al poder un personaje inestable, y que de la noche a la mañana se convierta en un tirano, por la fuerza legal que le confiera una elección. Existen casos recientes en America Latina, de líderes que han manipulado las constituciones nacionales, para perpetuase en el poder.

En nuestro país, contamos con instituciones sólidas, una clase política bien estructurada y con intereses bien definidos. El multipartidismo moderado ha dado salida a inquietudes sociales y políticas. La alternancia política ya es una realidad.

Resulta entonces de gran importancia que los partidos políticos nacionales hayan definido sus métodos de elección este fin de semana. El PRI optó por la elección de candidatos mediante convención de delegados. El PAN por la vía cerrada de la elección interna. El PRD aseguró su proceso por la ruta de un Consejo Electivo.

Los métodos, sin duda, ya están muy probados. Ninguno de los tres partidos políticos quiere arriesgarse a ir a una elección abierta a nivel nacional. El modelo estadunidense de elecciones primarias es muy atractivo, por su moderada eficacia en elegir de manera directa a sus candidatos. El PRI ya lo ha intentado con su consulta a la base, pero la experiencia no fue muy bien aceptada, contadas fueron las consultas que obtuvieron el consenso de sus bases y sí, en cambio, dividió a sus dirigentes.

Es un ejercicio para sociedades donde las reglas del juego se respetan y se valoran como normas de convivencia y civilidad política. Nosotros tenemos ejemplos de cómo algunos personajes no acataron los resultados, y desertaron para construir como dueños de sus propios movimientos o partidos como expresiones de voluntad.

Los partidos políticos son una suma de voluntades para construir un espacio de deliberación, para construir modelos de gobierno y para competir por el poder. La legislación mexicana exige métodos legales para elegir candidatos por procesos democráticos, donde los partidos políticos también tienen que demostrar ante el INE que los tienen al interior para elegir a sus dirigentes. Pero hay un partido político en México, que no lo hace, por ello no lo incluí en este recuento, adivinó usted estimado lector, es el caso de Morena, ahí sólo se impone el “dedito” del dictador tropical.

Diputado federal por el PRI.
hugo.cabrera@ congreso.gob.mx

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