El verano ya comenzó el pasado 21 de junio y el otoño llegará el 21 de septiembre. En Europa, para esas fechas, ya baja la temperatura. En el sur, en promedio, la temperatura oscila entre los 7 y los 18 grados y en el norte entre los 4 y los 15 grados. Lógicamente, la cosa empeora en invierno. Para resistir esos 4 grados de temperatura, mucha gente en Europa comienza a usar su calefacción a finales de octubre, es decir, en el segundo mes del otoño y mantienen la calefacción encendida hasta ya entrada la primavera.

Para la calefacción se usa principalmente gas, combustóleo o electricidad (menos) y, recordemos, que la electricidad no es un energético primario por lo que necesita gas natural, carbón, agua, viento, sol, etc. para poder ser generada. Para sobrevivir en esos climas fríos es necesaria la calefacción, no sólo en las casas, sino también en los servicios (escuelas, hospitales, negocios, oficinas, fábricas, etc.) y es habitual que los gobiernos preparen con antelación reservas de gas para poder hacer frente al invierno.

El invierno de este año será particularmente duro para los europeos. La guerra en Ucrania vino a descomponer el cuadro con respecto a los suministros de gas. Las sanciones de Europa a Rusia provocaron una respuesta rusa: el pago en rublos o no hay gas. Lógicamente, no todos los países se ven afectados de la misma manera.

Los más afectados son los que más dependen del gas ruso. Países como Bosnia, Macedonia y Moldavia dependen al 100 por ciento del gas ruso; Finlandia, Letonia y Serbia dependen por encima del 90 por ciento. En el caso de las grandes potencias europeas, Alemania depende del gas ruso al 50 por ciento, Francia un 25 por ciento e Italia al 46 por ciento.

En este momento hay un frenesí en la gran mayoría de los países europeos por buscar alternativas al gas ruso, en caso de que no quieran pagarlo en rublos. Pero no la tienen fácil, no es tan sencillo, pues en Europa no existen países que tengan la capacidad de sustituir a los rusos en la producción de gas, pues la inmensa mayoría no tiene gas.

Lo más inmediato es recurrir a países de África del Norte, por ejemplo, Argelia, que tiene dos gasoductos conectados con España pero que uno de ellos no está en funcionamiento. Italia ha recurrido también a Argelia para sustituir al gas ruso. Otros se han ido más lejos, hasta Qatar y otros aún más lejos, a Estados Unidos. Pero entre más lejos se vaya, mayores serán los precios, así que, en el corto plazo, no se ve una salida para el próximo invierno. A menos que se pague en rublos.

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