El 25 de febrero de 2007, Ernestina Ascencio, indígena náhuatl de 73 años de edad, originaria de la sierra de Zongolica, Veracruz, fue encontrada agonizante en el paraje donde llevaba a pastar a sus ovejas, sus últimas palabras fueron “me atacaron los soldados”. Murió al día siguiente.

El dictamen del médico forense Juan Pablo Mendizábal Pérez, indicó perforación de órganos internos producto de una agresión por un objeto contundente, fuertes hemorragias y fracturas, luxaciones en diversas partes del cuerpo y la creciente inflamación del vientre por la perforación del intestino grueso. Ella fue víctima de una violación tumultuaria por efectivos castrenses, penetrada con objetos que destrozaron su cuerpo por dentro.

El 6 de marzo de ese año, la Sedena emitió un comunicado en el que informó de su compromiso para realizar las investigaciones correspondientes, pero en el mismo, exculpó a los militares diciendo que los delincuentes utilizaron prendas oficiales buscando inculpar a integrantes del regimiento.

El 13 de marzo apenas 7 días después de que la Sedena emitiera ese comunicado, Felipe Calderón Hinojosa se convirtió en médico legista y declaró que la anciana había muerto por una “gastritis mal atendida”, a partir de esa declaración la CNDH y las demás instituciones siguieron esa línea declaratoria. Jose Luis Soberanes demostró así su servilismo al poder ejecutivo.

Antes de Soberanes, de enero de 1997 a noviembre de 1999, Mireille Roccatti estuvo al frente de la CNDH , enfrentó el caso de la masacre de Acteal en donde el 22 de diciembre de 1997, 45 indígenas tzotziles indefensos fueron masacrados. Por medio de la recomendación emitida sancionó a 17 funcionarios del gobierno estatal. Cuatro de ellos fueron consignados, 11 más fueron inhabilitados, entre ellos el gobernador. En agosto de 1999 de 26 detenidos, 20 fueron liberados. En octubre de 1999, en una sesión del Senado poco clara Roccatti fue destituida; es entonces que José Luis Soberanes ocupa ese puesto durante 10 años.

En noviembre de 2009 Raúl Plascencia Villanueva inicia su gestión al frente de la CNDH, su pésima actuación en el caso de la “Ley Bala” en Puebla que dio como resultado el asesinato del niño José Luis Tehuatlie Tamayo y en el caso de Tlatlaya indicó su falta de fortaleza para enfrentar los crímenes de estado.

En septiembre de 2014 a sólo unos meses de que concluyera su gestión ante este organismo, se llevaron a cabo varios eventos en los que estuvieron juntos Peña Nieto y Plascencia Villanueva, los halagos mutuos se escucharon hasta la saciedad.

El pasado 12 de noviembre Rosario Piedra Ibarra rindió protesta para encabezar la CNDH. Desde su formación en 1990, es la segunda ocasión en que este organismo es encabezado por una mujer y la primera a cargo de una luchadora social incuestionable. Ahora los expedientes y las investigaciones pasarán por la mirada de quien ha vivido la represión de estado y eso pone nerviosos a muchos.

Ante el nombramiento de Piedra Ibarra, el gobernador del Estado, Francisco Domínguez Servién quien además encabeza la Conago, aseguró que ni él ni ninguno de los gobernadores del PAN, obedecerán ni recibirán ninguna recomendación que venga de la CNDH, puesto que consideran que su nombramiento fue ilegal. Con esta actitud, hacen suya, en la práctica, la frase aquella que tanto criticaron de “al diablo con sus instituciones”.

¿Dónde estuvieron antes, con sus fuertes posturas a favor de los más desprotegidos? ¿Dónde exigiendo que se castigara a los culpables? ¿Dónde cuando había que esclarecer los hechos de las masacres perpetradas contra el pueblo? La doble moral es lo que rige su actuación.

Los casos de Acteal, de Atenco, de Ernestina Ascencio, del niño Tehuatlie, de los asesinados en Tlatlaya y de los 43 desaparecidos en Ayotzinapa, Guerrero, y muchos más, serán abiertos bajo la mirada y compromiso de una luchadora social y eso, es lo único que ellos no soportan.

La esperanza, ahora tiene la fuerza de Piedra.

Presidenta Desarrollo Comunitario para la Transformación Social, A.C.

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