La semana que corre nos ha traído una serie de eventos que se suman a otros más, los cuales rompen varios paradigmas sin dejar de sorprendernos y de colocarnos en un contexto de una nueva realidad que no vimos, o no esperábamos ver llegar. De especial relevancia es lo que ha ocurrido apenas este domingo y el día lunes, con el Día Internacional de la Mujer y con el movimiento conocido como “El nueve ninguna se mueve”. Su relevancia se da gracias a que de una u otra manera, coloca a las mujeres de hoy en un hecho histórico, de hacer saber que están contra de la violencia y de trazar, con múltiples expresiones, un camino más abierto hacia la igualdad, la dignidad y la relevancia de su género en las sociedades actuales. Ahí, queda de manifiesto su aportación a una lucha que ha llevado, sin temor a equivocarme, generaciones y civilizaciones enteras, la cual aún tiene muchos capítulos por desarrollar.
El avance de la crisis de salud mundial generada por el Covid-19, enfermedad que ha puesto en jaque a varios países, generando lamentablemente pérdida de vidas humanas y ha sacudido de nuevo los protocolos de salud y la manera como se debe hacer frente al riesgo de una posible pandemia, a pesar de que, afortunadamente, hay un muy alto porcentaje de recuperación de quienes la contraen. Sin embargo, el legítimo temor de su avance, irónicamente en un mundo más cercano y sin fronteras para ello, nos pone en alerta ante su presencia y viene sumando paralelamente daños a la economía, sin saberse hasta dónde y hasta cuándo afectará actividades productivas que dependen del comercio entre los países involucrados y de otras tantas que dependen del flujo de personas y de reuniones masivas.
Por si fuera poco, la guerra entre los países productores de petróleo han llevado de nuevo el precio de dicho producto muy por debajo de lo estimado en la generación de recursos económicos de países que dependen todo o en parte de ello, como el nuestro. Hasta el momento de escribir esta nota, estamos en México en un valor por debajo de la mitad del estimado para el presupuesto del gobierno federal y ello no es precisamente una buena noticia para lo que realmente requerimos en materia económica y que son crecimiento y más empleos.
Otro tema que se mueve solamente con el tiempo, con una muy aparente lentitud, pero que va adquiriendo cada día mayor relevancia para la humanidad entera en general y para nuestro país en lo particular, es el incremento de la esperanza de vida, que podría resultar una extraordinaria noticia para todos, pero que poco a poco nos va mostrando los múltiples retos que conlleva para los diversos grupos sociales y para las distintas generaciones que tenemos puntos de vista tan distantes como la diferencia de edades.
Hoy las personas adultas mayores requieren de más recursos para atender sus necesidades de salud, que se incrementan de manera natural conforme nos vamos haciendo viejos. Hoy es un dilema encontrar opciones que garanticen una vida de retiro apenas cercana a estándares de bienestar y de dignidad, sobre todo para quienes aún se encuentran en edad productiva y no han tenido la opción de ahorrar como medida preventiva.
Es impensable hablar de un buen retiro a futuro para jóvenes que no hagan un plan personal o familiar de ahorro como plan a futuro. Pero junto con ello, el reto principal y que requiere nuestra atención, es el rol que las familias juegan para los adultos mayores que necesitan del apoyo, no solo económico sino de estricta supervivencia, de sus familiares más cercanos. Ante la falta de lo más elemental, en muchas ocaciones de manera similar a los retos de igualdad que enfrentan las mujeres, el futuro que vino ya trajo consigo retos para quienes ese encuentran en la última etapa de la vida. Ambos temas sociales deben tratarse con herramientas y propósitos claros establecidos por la sociedad, pero lo verdaderamente importante está en lo más cercano: la familia; y se debe tener a mano la mejor herramienta para ello: el amor, también en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.
Twitter: @GerardoProal
