En la primera parte de este artículo, publicada hace una semana, señalamos evidencia que sugiere que el cambio tecnológico, lejos de ser perjudicial para el empleo, abre nuevas oportunidades de desarrollo. Esta segunda parte describe cómo se da ese proceso y en dónde radica el verdadero reto del empleo.

Siempre que una nueva tecnología irrumpe, es mucho más fácil señalar los sectores o actividades que serán desplazados, que visualizar las posibilidades que surgirán. Sin embargo, históricamente siempre han surgido oportunidades y nuevos campos que al final han llevado a incrementar el número de puestos de trabajo disponibles.

Desde la aparición de telares automáticos al inicio de la Revolución Industrial, hasta la evolución del internet, así ha sido en cada momento de la historia. Las visiones pesimistas ignoran la capacidad de innovación, creatividad y adaptabilidad de las economías y sus individuos.

Por ejemplo, con la aparición de las redes de economías compartidas, en ningún lugar donde están presentes las aplicaciones de transporte personalizado han desparecido los taxis, o los transportes turísticos, más bien han creado un nicho que no existía, entre el taxi tradicional y los autos particulares.

De igual forma, el surgimiento de aplicaciones de renta de propiedades en línea no ha impedido el crecimiento de la industria hotelera, por el contrario, ha incentivado la inversión en conceptos innovadores con alto valor agregado, con los que un inmueble habitacional no puede competir.

Al final terminamos con un mercado más grande y productivo, al tiempo que los nuevos conceptos hoteleros generan un mayor número de empleos por habitación, desde la construcción hasta la operación, las aplicaciones en línea están dando acceso a un grupo de personas que antes quizás no viajaba.

Hoy en México hay más hoteles y más cuartos de hotel que nunca, con mejores servicios y dando empleo a un número cada vez mayor de mexicanos; de hecho el empleo turístico lleva creciendo por arriba del empleo en su conjunto desde por lo menos 2015.

En el caso del turismo es claro que, lejos de perjudicar, el cambio tecnológico ha fortalecido su posición como motor de la economía y un sector estratégico para enfrentar el reto de dar empleo y lograr mejores condiciones de vida para los mexicanos.

Y aunque es innegable que hay industrias y regiones donde la industria manufacturera se ha contraído notablemente y se ha generado escasez de empleo, lo cierto es que en el mundo de hoy las cifras sugieren que la creación de empleos no es nuestro principal problema.

Pero, entonces, ¿por qué tanto descontento y frustración en algunos países y sectores de la población? El verdadero problema radica en una brecha entre las habilidades requeridas en la economía del siglo pasado y las destrezas y cualidades que se requieren para insertarse con éxito a la economía del conocimiento.

Esta brecha se traduce en una incapacidad de la mano de obra desplazada para aprovechar las múltiples oportunidades que surgen, pero que requieren otro tipo de formación. El proceso de ajuste puede ser lento y doloroso si no hay una estrategia coordinada entre gobierno y el sector productivo.

La solución y las políticas de empleo de los gobiernos deben enfocarse en cerrar dicha brecha a través de educación con altos estándares, reentrenamiento a lo largo de toda la vida laboral y vinculación con la demanda laboral, no en buscar salidas falsas que nada resuelven y dañan a millones de consumidores.

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