No es una novedad el saber que el crecimiento económico a nivel mundial está estrechamente relacionado con el consumo de energía, y que el petróleo constituye el recurso energético más importante en torno al cual se mueve el mundo en nuestros días. El crecimiento poblacional, tanto en México como en el mundo, demandará mayores cantidades de energía para su sustentabilidad y las preguntas son: ¿de dónde saldrá toda la energía que se necesita para satisfacer la creciente demanda de esos recursos en el futuro?, ¿cómo será posible reducir los impactos que tenga su extracción? y ¿qué alternativas se deberán considerar para favorecer estrategias de conservación y manejo más eficiente de la energía a futuro?

Mucho se ha hablado en los últimos años de si se ha alcanzado ya el pico de producción de este importante recurso o si esto es aplicable solo a ciertos países. Es inevitable reconocer que en México lamentablemente ya hemos alcanzado esa etapa, los yacimientos más ricos, que en algún momento fueron considerados como los más importantes a nivel mundial, como es el caso de Cantarell, han mostrado una franca tendencia descendente y esto se aúna al hecho de que en los últimos años no ha habido nuevos descubrimientos de prospectos petroleros que logren compensar las drástica disminución de la producción petrolera observada en los últimos años, con los consecuentes efectos en la economía nacional que es dependiente mayoritariamente del petróleo.

A pesar de ello, se tienen grandes esperanzas en que la llamada Reforma Energética (aunque se ha enfocado casi exclusivamente al tema de los hidrocarburos), recientemente puesta en marcha en la presente administración, coadyuve a revertir la evidente declinación de ese recurso. Sin embargo, las perspectivas más optimistas sobre la exploración de nuevas zonas en terrenos continentales, como el caso de Chincontepec (Veracruz) o la búsqueda en aguas profundas del Golfo de México, no dejan de ser expectativas poco alentadoras, ya que si bien podrían convertirse en aprovechamientos alternativos de explotación petrolera, requerirán fuertes inversiones que lo harán un recurso caro, que difícilmente resultarán económicamente redituables.

Las nuevas alternativas para explotar las fuentes de hidrocarburos no convencionales, particularmente las conocidas como shale gas o gas de lutitas, están siendo ampliamente usadas en países como Estados Unidos, en donde los defensores de estas tecnologías han utilizado la bandera de que reducirán los problemas ambientales que ocasiona la explotación del carbón, al ser sustituidos por el gas natural, pues como se sabe Estados Unidos tiene las mayores reservas del carbón del mundo para generar electricidad, a pesar de la conocida contaminación que produce esta fuente.

La explotación del gas de lutitas implica cientos de perforaciones muy profundas que tienen que sortear grandes dificultades técnicas, ya que se perfora de manera horizontal a través de complicados procesos de fracturamiento hidráulico que involucran la inyección de grandes volúmenes de agua a presión hasta alcanzar las zona donde se aloja la roca generadora de hidrocarburos, implicando también la construcción de numerosas obras de infraestructura como caminos, gasoductos, etc. Asimismo, se tienen serias dudas sobre la potencial contaminación que se puede causar a los acuíferos, el escape de metano y la generación de temblores provocados por la inyección del agua residual que regresa a partir de los fluidos empleados para el fracturamiento hidráulico. Se cuestiona fuertemente, también, cómo será posible destinar grandes cantidades de agua para su inyección en el subsuelo cuando en varias regiones del país existe una situación crítica sobre la disponibilidad del vital líquido, situación que se agudiza año con año y que nos coloca en la paradoja sobre cuánta agua y cuánta energía será necesaria para generar energía no convencional. ¿Es realmente ésta una solución económicamente viable y ambientalmente sustentable que puede considerarse como una estrategia adecuada para resolver el problema de abastecimiento de energía a futuro?

Indudablemente se deben explorar nuevos caminos mediante la incorporación progresiva de energías renovables y verdes como la solar, eólica y geotérmica, así como otras que se encuentran en proceso y que actualmente conforman los Centros Mexicanos de Innovación en Energías Renovables (CeMie), creados con la finalidad de impulsar el desarrollo de esas energías a futuro, para aportar una proporción mayor a la producción eléctrica del país. Es necesario que se apliquen estrategias más agresivas para lograr que la transición energética se de en forma acelerada o de otra manera se corre el riesgo de perder la carrera con demanda exponencial de energía que se espera para los próximos años.

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