No lo sé a ciencia cierta, tal vez fue en un sueño cualquiera, durante una de esas noches en las que se tiene el privilegio de dormir bien y en especial poder recordar con mayor claridad algunos detalles de lo que soñamos y que al despertar nos provoca una reacción emocional. En el sueño alguien preguntaba “¿Qué forma tiene el tiempo?” No había respuesta, el tiempo del sueño también se terminaba al momento de despertar casi de inmediato a la propia pregunta. Me agradó la misma y sería interesante saber la respuesta, pero la propia definición del tiempo me lleva a meterme en un vericueto filosófico.

Vivimos jugando con el tiempo, recordamos el pasado, disfrutamos o no del presente y nos inquieta para bien o mal el futuro. Pero conocerlo, saber y entender la forma que tiene algo que, aunque pueda medirse, sea un recurso similar, no se pueda comprar, transcurra sin poder detenerse y se pueda o no aprovechar hasta que se nos termina con el último aliento de nuestra vida individual, no podemos asignarle una forma física, ya que en alguna definición del mismo se menciona que el tiempo es una perspectiva indetenible que carece de dimensiones espaciales.

Se antoja complejo adentrarse en la búsqueda de la respuesta que pudiera convencer a muchos. Prefiero asignarle una forma que vaya acompañada de cierta lógica y un poco de sentido, tanto de humor como común, para con algunas explicaciones.

Después de analizar y leer un poco, encontré una idea que ha sido manejada por algunos filósofos y autores literarios que hablan del —eterno retorno—, una extraña tesis del filósofo alemán Friedrich Nietzsche que consiste en aceptar que todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repetirán eternamente.

No lo creo a pie juntillas, pero estoy cierto, a partir de que los seres humanos estamos sujetos a múltiples ciclos en la vida, donde las cosas comienzan y terminan en algún momento y donde también se repiten de nuevo en circunstancias diferentes, porque las personas solemos repetir patrones de comportamientos, por vivencias buenas o malas o por mera necedad. Se explican en ocasiones más por la causalidad que por la casualidad. Pero el aprendizaje y evolución de las personas y las comunidades de las que forman parte, obedece a ese recurrente periodo de ciclos de vida que caracteriza a los seres vivos en este planeta.

El total del tiempo disponible varía por el azar y por las circunstancias de cada ser humano. Ahí tenemos para muestra desastres como lo que vivimos aquí en México y hoy sufren terriblemente nuestros hermanos en Turquía y Siria, donde hoy se han perdido tantas vidas en un lapso muy breve que se canceló para muchos.

Yo le asignaría al tiempo una forma circular y lo comparto, no sólo como si fuera necesario responderle a ese personaje del sueño, sino por que al estar conscientes de la enorme certeza de un principio y fin de la vida, ésta hay que vivirla con toda la intensidad, por que no sabemos si la tesis de Nietzsche sea cierta, a pesar de los ciclos que se nos repiten mientras tenemos el tiempo a la mano. Prefiero creer que para cada quien es azarosa, pero única, en todo el mundo y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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