Ahora que conocí las diez preguntas de la segunda consulta que organiza el presidente electo de México, me queda claro que están sesgadas; es decir, inducen a emitir una respuesta aprobatoria y, por ende, su resultado —independientemente del sentido que sea— será no representativo del pensar ni los consultados ni de los mexicanos.

Sustento falso

Para que los resultados de un sondeo, de una consulta o de una encuesta sean confiables, se deben seguir diversos lineamientos científicos y metodológicos, como es el caso del tamaño de la muestra, la forma de elegir a quienes participarán en la encuesta o consulta y la forma de redactar la pregunta o preguntas que se incluyan.

Es importante que la persona consultada exprese realmente lo que piensa, por lo que las preguntas deben estar redactadas sin riesgo de que predispongan una respuesta. Es decir que los temas deben ser planteados sin que incluyan palabras que califican la obra o acción, ya sea en positivo o negativo.

La mayoría de las diez preguntas planteadas está “canteada”, es decir, está redactada de tal manera que “empujan”, a quien las lee, a responder en positivo.

Por ejemplo, la pregunta número uno: “Construir el Tren Maya que conectará las entidades de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, lo que fomentará la economía y el turismo”.

¿Quién, en pleno uso de sus facultades, podría rechazar una propuesta que fomentará la economía y el turismo? Supongo que nadie.

Si en lugar de esa afirmación se hubiera puesto, por ejemplo: “tendrá que ser subsidiado por el gobierno federal porque no será rentable”, quizá otra sería la respuesta.

O la pregunta 9: “Garantizar atención médica y medicinas a toda la población que no cuenta con servicios de salud”. ¿Y que eso no es una obligación del gobierno? ¿Qué haría en caso de que la respuesta fuera mayoritariamente “no”?

Este tema de la atención médica (pregunta 9), el de plantar árboles en el país (pregunta 4), la cobertura gratuita de Internet (pregunta 10), otorgar becas a estudiantes de nivel medio superior (pregunta 7) o pensionar a personas con discapacidad (pregunta 8) son temas que la lógica política nos dice que no deben ser sometidos a consulta porque forman parte de las obligaciones de un gobierno que se precie de ser democrático.

El cuestionario, reitero, muestra claramente que está estructurado para obtener un sí mayoritario de quienes participen en la multicitada consulta para que así, el futuro presidente de la república utilice el resultado para “presumir” que su gobierno se sustenta en la consulta ciudadana.

Futuro político

Aprecio que el próximo presidente de México juega con la democracia. Los temas que están contemplados en las diez preguntas de su consulta son asuntos que la lógica gubernamental nos dice que los puede resolver por sí mismo, anunciar su realización y ponerlos en marcha.

Será lamentable que alguno de estos planes, como es el caso del llamado Tren Maya, termine siendo un fracaso y el presidente mexicano “se lave las manos” si llega a decir que se hizo porque los ciudadanos lo pidieron, evadiendo su responsabilidad y endilgándola a la consulta.

Esta lógica, de someter “a consulta” varias acciones que forman parte de las obligaciones gubernamentales, rápidamente puede llevar al gobierno federal futuro a caer en el populismo; es decir, prometer (y hacer) todo lo que supuestamente quiere la “voz popular”, desdibujándose el sentido mismo del gobierno nacional.

Conlleva, además, un profundo engaño pues las mentadas consultas no están elaboradas con rigor, no se garantiza la transparencia y respeto del voto, no cuentan (al menos la primera) con el aval ni siquiera de una muestra representativa de ciudadanos, amén de que las preguntas son tendenciosas.

Por supuesto que en temas polémicos, lo mejor es consultar a la ciudadanía. Pero eso es otra cosa. Lo que hoy se hace es un engaño disfrazado de democracia.

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