Con el amplio abanico de las redes, es indudable la necesidad de una legislación internacional; cierto, son una magnífica herramienta, empero, se pueden llegar a mal utilizar. Detrás del anonimato o con fotografías alteradas o falsas, es fácil que gente sin cultura, educación o debido a sus escasos años de edad, lean u observen lo falso. Desde la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (género) hasta nuestros días, se pondera o al menos así debe de ser, la dignidad humana; esta se concreta en la capacidad del individuo (hombre o mujer) de adoptar decisiones morales adecuadas, bien sea por religión o por alguna razón secular. Esta idea de la dignidad y su reconocimiento político se ha adoptado por varias constituciones democráticas modernas, como, por ejemplo: Alemania, Italia, Irlanda, Japón, Israel y Sudáfrica, sin olvidar a Francis Fukuyama: “… la sección 1 del artículo I de la Ley Fundamental alemana de 1949 (que) dice: ‘La dignidad del hombre es inviolable. Respetarla y protegerla será deber de toda autoridad pública’ ”; así, este dilema y sus posibles soluciones no pueden ser tardías, pues, en primer término, la dignidad de la persona en el mundo cibernético ya se encuentra en peligro y no sólo esto, sino que, a través de las redes, se han llegado a cometer varios delitos financieros, se propagan noticias falsas y cada quien lee lo que a su juicio le conviene.

En una sociedad miedosa, irresponsable, espectadora y no protagonista de la Historia, veremos las contiendas electorales, el quién, el cómo y en dónde queda en relevancia la ignorancia de varias personas, al ampararse en el mediocre anonimato o con perfiles falsos e intentar desacreditar a quienes no piensan como ellas; siguiendo las acciones de entes y partidos políticos de una supuesta preferencia, sin realizar esfuerzo intelectual alguno y exhalar su bilis y expresarse con el hígado a través de negros sentimientos y famélicos de la cultura más elemental. Los monopolios se crearon y controlan las redes, censuran lo que les conviene, aprovechando la ausencia de legislación alguna. ¿Un ejemplo? Las redes sociales en México. Por esto, José Ingenieros escribió: “Los prejuicios son creencias previas a la observación… Es más contagiosa la mediocridad que el talento… La rutina es el hábito de renunciar a pensar” o, ¿usted piensa lo contrario? (Continuará).

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