El consumo de los fentanilos, familia de estupefacientes totalmente sintéticos, es 50 veces más potente que la heroína y en dosis mínimas puede ser letal. Esta droga puede ser fabricada en laboratorios clandestinos en muy poco tiempo a partir de precursores de fácil obtención. Producir un kilogramo de fentanilo toma dos horas, frente a los 4 meses que requiere generar un kilogramo de heroína, asimismo ese kilogramo equivale a medio millón de dosis letales y la inversión necesaria para producirlo es de alrededor de mil dólares, cuando su valor comercial ronda el millón de dólares, por lo que su tráfico y distribución son actividades muy lucrativas y difíciles de detectar. Hasta hace poco, nuestro país tenía la condición de ser ruta de trasiego y punto de producción, mas no de consumo. La razón para que esto fuera así, es que tenemos la peculiaridad de compartir una de las fronteras más grandes del mundo con uno de los países con mayor índice de consumo de opioides, sin embargo, como lo advertimos, las circunstancias han cambiado. Entre 2019 y 2021 se detectaron 282 casos de uso de fentanilo en nuestro territorio, a raíz de eso, los centros ambulatorios de rehabilitación han presentado un aumento en la demanda de tratamientos para combatir la adicción a este grupo de drogas, que, junto con la demanda de tratamientos para la adicción a las metanfetaminas y heroína, en muchos casos ya superan la de tratamientos para adicciones al tabaco y al alcohol. De un análisis realizado a muestras de heroína, se comprobó que alrededor del 90% de las dosis de esa droga estaban mezcladas con fentanilo sin conocimiento de los consumidores, lo cual evita que sean atendidas de manera adecuada frente a una sobredosis. Los tipos de fentanilo que las autoridades han identificado aumentaron en años recientes; en 2012 se tenía registro de 4 tipos de esta droga, pero en 2019 son ya 78 de los que se tiene conocimiento. Por todo esto, en 2019 también, presenté una iniciativa de reforma a la ley advirtiendo que el fentanilo se traficaba en forma de medicamentos falsificados y que la pena era de solo tres años para este delito, además de que cuando se prohibió el uso de precursores para su fabricación, se omitió hacer referencia a uno de ellos, todo lo cual suma a favor de los narcotraficantes. Como advertí, el riesgo de no actuar rápido y con fuerza era, entre otros, que pasáramos de ser un país de tránsito a uno de consumo. Hoy el destino nos alcanzó y ya es una realidad porque hay reportes del uso de fentanilo en estados de la frontera norte. De continuar así, lamentablemente perderemos muchas vidas. Segunda llamada, segunda.

Senador de la República

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