Han pasado ya dos años desde que entró en vigor la nueva ley de telecomunicaciones, producto de la reforma constitucional en la materia. Dada esta circunstancia es justo preguntarnos si hemos recibido los beneficios como consumidores y si estas modificaciones han detonado el desarrollo económico de nuestro país partiendo de las inversiones esperadas.
La reforma de telecomunicaciones fue largamente esperada, particularmente hoy que buena parte de nuestra vida productiva, social y de entretenimiento gira alrededor de servicios de telecomunicaciones y radiodifusión. Desde el tradicional teléfono fijo hasta las aplicaciones de un smartphone, así como la televisión abierta o de paga, requerían de un nuevo marco legal para catapultar con más fuerza este sector en nuestro país a la vez que la calidad de los servicios mejoraban.
El principal problema detectado en el sector de las telecomunicaciones sin duda fue la alta concentración de los servicios en muy pocos ofertantes. En telefonía celular una sola empresa domina el mercado, mientras que en televisión abierta se mantenía un duopolio como los únicos capaces de llegar con su contenido a todas las casas del país. En televisión de paga existe una empresa que concentra más del setenta por ciento de las cableras por número de suscriptores. Precisamente por lo anterior, la reforma debía generar las reglas para modificar esta composición del mercado, al grado de que el órgano regulador pudiera literalmente ordenar la venta de activos de las empresas dominantes para generar mayor competencia.
En particular en el caso de las radiodifusoras, la apertura a través de la licitación de nuevas cadenas, pretendía especialmente ampliar los contenidos ya que mucho se cuestiona si la oferta de programación de las dos televisoras actuales cumple con la demanda del auditorio. Además en este escenario, el manejo de la información que se pasa al televidente es prácticamente idéntica en el análisis lo que sido materia de crítica por los analistas por lo poco que aporta al sistema democrático.
Otro tema que debía abordar el nuevo marco legal, como de hecho lo hizo, fue la apertura a la inversión extranjera antes limitada por la propia ley. De no abrirse a jugadores extranjeros sería difícil encontrar inversionistas del tamaño y capacidades que se necesita para entrar a desarrollar la infraestructura para competir con los actualmente dominantes.
Así después de dos años estos son algunos de los logros tangibles y de las expectativas aún incumplidas:
La reforma existe y el marco legal es mucho mejor del que existía antes, sin embargo parece que las bondades de la ley de telecomunicaciones nos llega a cuenta gotas y las inversiones no se han detonado como era esperado. Por lo pronto algo bueno han dejado a los consumidores, aprovechemos aunque sea eso.