Cuatro de la tarde del 16 de mayo. En el consultorio de un psicólogo se dio cita un hombre de edad media, de apariencia más bien imponente, su barba cerrada reflejaba ya algunas canas, mirada fuerte igual que su anatomía corporal, en su pecho llevaba una cadena de oro con una pequeña imagen religiosa del mismo material.

La consulta inició, el psicoanalista preguntó al hombre, ¿en qué puedo ayudarle? Este hombre corpulento contestó que se sentía muy incómodo, que en su mente atravesaba inclusive la idea de asesinar y eso le preocupaba. Verá usted, le explicó, mañana habrá un evento que me altera de sobre manera; después de platicar con usted continuaré mis gestiones para exigir que cancelen ese evento del demonio. ¡Vienen a alterar la sagrada calma de esta hermosa ciudad! ¡No hay remedio, tienen que cancelarlo!

Conforme iba platicando elevaba el tono de su voz, la expresión de su rostro fue cambiando poco a poco hasta transformarse en un gesto amenazante. El especialista tuvo que interrumpir: ¡Señor, cálmese por favor, explíquese mejor!

Se ve que usted no está informado, —le contestó de manera grosera y altanera— esos desviados están convocando a una “marcha contra la homofobia”, un invento para justificar sus depravaciones, los gays y lesbianas participarán en ella, es una falta a la moral. ¡Vendrá el castigo divino! Nnuevamente el tono de su voz se alteró y su rostro se enrojeció, su respiración se hizo más rápida y sus ojos brillaron de una rara manera.

Peor se puso cuando el psicólogo le explicó que detectaba una enfermedad en él. ¡Eso sí que fue el colmo! Estuvo a punto de desmayarse, él, que era tan fuerte, cómo que estaba enfermo, en todo caso ¿que tenía que ver eso con los gays y la marcha de mañana? No entendía nada.

Verá usted, —empezó a explicarle el especialista al hombre—, la fobia es un miedo intenso, incontrolable, desproporcionado, que hace que sus signos vitales se alteren y por lo mismo su organismo emplea un mecanismo de defensa para desahogar esa tensión nerviosa, en este caso es la agresión la que cumple esa función, lo que usted padece es homofobia, o sea temor a quienes tienen preferencias sexuales diferentes, es decir, a los gays, lesbianas, bisexuales, transgéneros. En principio le recetaré un ansiolítico pero lo más importante es que asista usted mañana a apoyar a quienes están convocando a esa manifestación, de esa manera verá que no hay nada que temer.

El paciente, indignado, gritó: ¡miedo yo! ¡Yo no le tengo miedo a nada! Además me dice ¿que asista a ese evento de satanás? Y luego... ¿la excomunión no? ¡Pues no! ¡No estoy de acuerdo! Para ese momento ya el corazón del paciente empezaba a padecer taquicardia y la respiración se le dificultaba, ese hombre de apariencia fuerte, empezó a temblar como hoja al viento, en un segundo comprendió que efectivamente estaba enfermo.

El 17 de mayo, día en que por decreto presidencial del pasado 21 de marzo, —de las pocas cosas buenas que hay que reconocer a Peña Nieto— se declaró “Día Nacional de la lucha contra la Homofobia”. En el centro de esta ciudad más de dos mil personas se reunieron para exigir respeto a las diferencias y derechos para tod@s.

Como comisionada nacional del Partido del Trabajo en Querétaro sé que sólo entendiendo al otro con respeto, luchando por un mundo igualitario, lograremos un mejor país.

Este 17 de mayo pasado esa marcha tuvo un integrante más, una persona que comprendió que la homofobia es una enfermedad, quien finalmente sumó sus pasos a los miles que luchan todos los días por hacer ver que los derechos deben ser y ser para todos.

Comisionada Política Nacional Partido del Trabajo Querétaro

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