En esta participación quisiera que realizáramos un ejercicio en el cual nos imaginemos que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) le brindará el apoyo necesario a la reforma eléctrica del presidente Andrés Manuel López Obrador, misma que él ha promovido desde hace varios meses con el fin de informar los diferentes beneficios que  puede brindar a la población; entre ellos,  garantizar  nuestra soberanía energética y aclara el panorama en esta materia para las siguientes generaciones de mexicanos y mexicanas. La pregunta es, si el partido tricolor, ese partido que es tristemente célebre por su autoritarismo e instinto privatizador, apoyará una iniciativa de ley que contraviene a lo que hasta el sexenio anterior el PRI promovía como supuesto camino para que México creciera.

¿Los ciudadanos  podemos confiar en las buenas intenciones de los priistas?, los mismos que en diciembre del año pasado renunciaron abiertamente al neoliberalismo siendo que este instituto político es el responsable de la imposición del modelo económico en nuestro país desde hace más de tres décadas. ¿Qué tan confiables son las palabras de los legisladores del PRI?, cuando varios de ellos han sido cómplices de distintos atropellos a nivel nacional y peor aún se han convertido en fieles lacayos del Partido Acción Nacional, que junto a las cenizas del PRD se han enfocado en obstaculizar los trabajos que encabeza el actual Gobierno de México. Con sinceridad y que se me acuse de incrédulo, me es imposible creer que el PRI sea consciente de la importancia de la reforma eléctrica y me cuesta más trabajo confiar en que desde su dirigencia hasta sus representantes populares, exista la voluntad de ayudar al pueblo de México.

Siendo honesto, espero tragarme cada una de mis palabras, pero tengo la seguridad que el apoyo del PRI estará condicionado a diversos acuerdos políticos para de menos garantizar su existencia hasta el 2027, ya que a nivel nacional la preferencia electoral para los representados por “Alito” ha ido en franca decadencia desde hace varios años.

Por otro lado, habrá que lidiar con la desinformación, necedad y entreguismo de los blanquiazules, los cuales a través de sus aliados en el sector privado se han dado a la tarea de sembrar incertidumbre en la población, respecto a esta ley que tiene la intención de blindar nuestros recursos energéticos, si no me creen, les invito a escuchar las declaraciones de Santiago Creel el mismo día que iniciaban las jornadas de Parlamento Abierto, en donde sin reparo alguno anunciaba que no apoyarían la reforma y que rompían mesas de diálogo con la administración federal, lo curioso es que ni siquiera se dieron la oportunidad de debatirlo y nutrir una propuesta que brinde beneficios equitativos para los diferentes sectores de la población.

Tiempo al tiempo, la reforma es necesaria y urge sea aprobada, pero al mismo tiempo hay que mantener ojos abiertos ante un posible cambio de opinión de los que ahora se asumen como promotores del progresismo. ¡Hasta no ver, no creer!

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