En días pasados una noticia conmocionaba a México y al mundo: dos sacerdotes jesuitas y un guía turístico fueron privados de la vida.

La iglesia católica expresó su molestia al gobierno de México “por el fracaso en la tarea de detener la creciente violencia”. Ahora el gobierno es señalado por una de las instituciones más fuertes del mundo, la Iglesia Católica, lo que amplía la protesta pública.

La Conferencia del Episcopado Mexicano instó al gobierno a “revisar las estrategias de seguridad que están fracasando”. Incluso el papa Francisco, un jesuita argentino, dijo que estaba “consternado” por el ataque y publicó en su Twitter: “¡Cuántos asesinatos en México!”.

La Compañía de Jesús es una de las órdenes religiosas más influyentes de la Iglesia católica. Desde sus orígenes los jesuitas han estado a la vanguardia del catolicismo como verdaderos agentes políticos e intelectuales.

Durante los siglos XVI y XVII los jesuitas se expandieron por Europa, Asia y América con vocación educativa, evangelizadora y misionera. Fundaron varios seminarios, colegios y universidades que rápidamente adquirieron gran prestigio.

La desigualdad social y económica consecuencia de la Revolución Industrial hizo que paulatinamente la Compañía de Jesús cuestionara su forma de relacionarse con el mundo. Los intelectuales jesuitas abordaron la cuestión obrera y desarrollaron el concepto de “justicia social”, sentando las bases para la futura doctrina social de la Iglesia.

La capacidad de adaptación a los nuevos tiempos de los jesuitas les permite continuar su trabajo educativo y de cooperación internacional, creando redes y apoyándose cada vez más en personal laico. Con más de 4 mil centros educativos, doscientas universidades, más de trescientas ONG y decenas de editoriales, emisoras de radio y think tanks.

Sin embargo, el homicidio de los dos sacerdotes conocidos por servir a los pobres de las zonas rurales en el estado norteño de Chihuahua sacudió a la sociedad mexicana. Cuando se le preguntó al presidente de la República si su estrategia de seguridad debería cambiar, insistió en que su gobierno estaba en el camino correcto, y culpó a sus predecesores por la violencia que se vive en México.

Posteriormente, la conferencia de obispos católicos emitió un comunicado en Twitter diciendo “no es útil negar la realidad y tampoco culpar a tiempos pasados de lo que nos toca resolver ahora”.

En su comunicado, la Conferencia del Episcopado Mexicano dice que “el crimen se ha extendido por todas partes, trastocando la vida cotidiana de toda la sociedad, afectando las actividades productivas en las ciudades y en el campo, ejerciendo presión con extorsiones hacia quienes trabajan honestamente” y adueñándose de calles, carreteras y pueblos enteros.

Luis Arriaga Valenzuela, rector de la Universidad Iberoamericana de los Jesuitas en Ciudad de México, dijo en una entrevista que el ataque era “un caso paradigmático” que ejemplifica las graves falacias de un sistema de seguridad fallido”.

En un nuevo intento por defender su plan en materia de seguridad, el ejecutivo Federal demeritó el llamado de los sacerdotes al reprocharles el presunto silencio que guardaron ante la supuesta colusión entre autoridades opositoras de Chihuahua y el presunto responsable del homicidio de los curas Jesuitas.

“No fueron capaces de decir: ‘Esto se origina porque autoridades locales protegieron a esta persona’. (...) No son capaces de decirlo los sacerdotes”.

Fernando Jiménez, sociólogo mexicano especialista en temas de seguridad, señala que "con este hecho, el crimen organizado rompe, incluso, un pacto simbólico de no tocar a ciertos sectores, como los religiosos”. Pero también demostraría algo muy concreto: "Que en México cualquier persona se encuentra en vulnerabilidad.

“Los abrazos ya nos alcanzan para cubrir los balazos”, sacerdotes Jesuitas.

Expresidente municipal de Querétaro y exlegislador. @Chucho_RH

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