En estos días el común denominador de la atención pública, han sido los videos difundidos por aparentes actos de corrupción.
En primer lugar, el que muestra a dos excolaboradores del senado recibiendo grandes bolsas y llenando maletas de dinero. Video que supuestamente refleja la manera de operar sobre la entrega de sobornos para la aprobación de la reforma energética.

Días después, estos videos fueron “aderezados” con la denuncia de Emilio L, en la que relata varios sucesos que, supuestamente, demuestran conductas de corrupción y en la que salieron involucrados muchos personajes políticos; mismos que casi de inmediato se han deslindado de las acusaciones.

Ahora bien, ambos elementos, el video y la denuncia, fueron extrañamente “filtrados” a las redes sociales, curiosamente momentos después que el presidente de la república mencionó, a manera de aspiración, que sería muy bueno que el pueblo los conociera.

No obstante, con lo que no contaba, es que días después también saldrían a la luz otros videos en los que su hermano y otro alto funcionario de su administración, aparecen compartiendo fajos de dinero. La justificación fue que estaban entregando apoyos para su movimiento, no obstante que en esa época ya era partido político y, por ende, recibía aportaciones del Instituto Electoral.

Ahora bien, más allá de la cuestión moral, lo que ha sucedido es que todo esto ha terminado en un circo mediático, donde el gran perdedor es el estado de derecho y la justicia. Y es que varios expertos han comentado que la difusión de estas evidencias afecta su valor probatorio, es decir, ya no podrán ser utilizadas eficazmente en un juicio.

En otras palabras, por un momento de atracción mediática y de popularidad, se sacrificaron evidencias importantes que podían sentar las bases de un buen caso.

Que no se malinterprete, como yo, miles de mexicanas y mexicanos estamos en contra de la corrupción y abogamos por erradicarla; pero, lo que no es correcto, es hacer uso indebido de las instituciones y la Ley para fines diferentes a la justicia.

No debemos perder de vista que el crecimiento de la corrupción se debe en gran medida a la impunidad, y ésta se alimenta de los errores en los expedientes, donde los responsables logran evadir las acusaciones por violaciones procesales, tal y como sucedió en el caso de Florence Cassez.

Sea cual sea el motivo, tales violaciones muchas veces son motivadas por un egocentrismo mediático, impulsado por la necesidad de llamar la atención, atraer los reflectores o subir los índices de popularidad.

Si bien es importante combatir la corrupción, también hay que hacerlo con eficacia, en un plano objetivo e imparcial, cuidando la legalidad del proceso y evitando usar el sistema jurídico como arma política, ya que tarde o temprano repercutirá en la investigación y el juicio; pues algo no podemos dejar de lado, es que en nuestro país…la forma es fondo.

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