Chicago, Il.— El legendario personaje del folclore británico, Robin Hood, ha tenido muchas encarnaciones, pero todas con la premisa “robar a los ricos para transferir la riqueza a los pobres”. Un perfil psicológico que tuerce la legalidad y la moralidad a cambio de un gran fin.

El Estado de Derecho es el adeudo más grande en México ante un sistema judicial injusto y por la ausencia del respeto a las normas de convivencia. Toda nación que aspira lograr el desarrollo tiene que otorgar la certidumbre que da la aplicación imparcial de las leyes.

El candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador dice que su administración logrará el Estado de Derecho con el ejemplo. El problema es que, en su pasado, pistas demuestran una tendencia contraria. Permítanme compartir una experiencia en que interactué con sus políticas.

Cuando AMLO gobernó la Ciudad de México cambió la fórmula del cobro al impuesto predial para recaudar más dinero. Por cada peso pagado por una propiedad, quienes arrendaban un inmueble debían pagar 10. El cobro era con base a las rentas y no al valor catastral.

Mi familia renta un par de locales en la CDMX y fuimos sujetos a esta práctica. En la oficina local de Tesorería vi a contribuyentes de bajos recursos palidecer al saber el monto de su adeudo bajo la regla de El Peje.

El cobro aplicaba igual a quienes rentaban un localito donde venden jugos —de magra utilidad— hasta los grandes empresarios dueños de los centros comerciales más acaudalados. La realidad era: si te sobra un inmueble del que ganas dinero, eres rico y serás sujeto a una tasa impositiva muy superior. ¿Por qué? Pues porque Robin Hood le quita a los ricos y le da a los pobres y tú, arrendador, eres un cerdo capitalista.

Luego de demandas, la Suprema Corte consideró en 2004 que la fórmula del predial en la Ciudad de México era inconstitucional por romper el principio de proporcionalidad. Es decir, saltaba de un peso a 10 sin un mecanismo de cobro progresivo.

Dicen que “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”, y así ocurrió cuando AMLO arrancó altísimos impuestos a los arrendadores para financiar su andanada justiciera, regalando becas y apoyos a veces sin un diagnóstico socioeconómico de los beneficiados.

Mi historia gira sobre la idea de que AMLO puede ganar la elección y gobernar México. Sin duda es un político hábil que ha recogido la ira nacional derivada de la impunidad y corrupción. Pero sepa usted que no es un hombre puro. Si triunfa espero que se erija en un hombre de Estado capaz de tomar decisiones difíciles por el bien de los mexicanos.

No obstante, hay que tener presente que en su paso por el gobierno de la capital se puso su boina, botas y disparó con arco. Pero algunas flechas de aquel “Roban Hood” no trajeron justicia, sino abuso a miles de contribuyentes víctimas de una política ilegal y prejuiciosa.

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