“Mi corazón está completamente roto. Esto es como un mal sueño del que quiero despertar”, escribió John LeBarón.

Los miembros de su familia atravesaban a bordo de tres camionetas la Sierra Alta en que colindan los estados de Sonora y Chihuahua. Habían salido de una pequeña comunidad mormona conocida como La Mora, en el municipio de Bavispe. En los vehículos viajaban tres mujeres y 14 niños, algunos de ellos de solo unos cuantos meses de edad.

No llegaron.

La familia fue acribillada; sus vehículos, incendiados. “Esto es una zona de guerra. Desde hace tiempo estamos pidiendo ayuda”, reveló luego otro de los miembros de la familia, Julián LeBarón.

John LeBarón escribió en sus redes sociales: “17 familiares se seguían en una caravana de 3 vehículos. 9 fueron asesinados, 6 heridos y 2 ilesos… Fueron emboscados por los cárteles mexicanos; fusilados, quemados y asesinados a sangre fría”.

Un niño de 13 años logró esconder a sus hermanos entre unos arbustos, los cubrió con ramas, y luego caminó seis horas hasta La Mora. Cuando los LeBarón quisieron acercarse al lugar, fueron atacados a tiros desde las montañas. Lograron llegar casi de noche. Los esperaba el horror.

“El primer vehículo fue encontrado lleno de agujeros de bala y completamente en llamas. ‘Nita’ y cuatro de sus siete hijos que había en el viaje fueron quemados en su mayoría hasta las cenizas y solo quedaron unos pocos huesos carbonizados para identificar a los cinco que habían estado dentro”.

Una de las mujeres bajó agitando los brazos para que los agresores supieran que iban niños en los vehículos. La barrieron a tiros, al igual que a sus hijos.

Julián LeBarón denunció que los federales “tenían miedo de ir”, “nosotros los llevamos al lugar”. Las autoridades llegaron a Bavispe 12 horas después de los hechos, para “iniciar el operativo de búsqueda”.

El camino de Bavispe (“lugar donde se tuerce el río”, en lengua ópata) forma parte de una ruta de trasiego de droga que comienza en Ciudad Obregón y termina en Agua Prieta, Sonora. Comunica al menos 20 pueblos de la Sierra Alta. “Quien controla ese camino, lo controla todo”, suelen decir en Sonora.

Agua Prieta es una de las grandes puertas del tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Por ahí pasan cargamentos que recalan en Phoenix y Tucson, antes de ser distribuidos a lo largo del país. Es una ruta de drogas, armas, dinero y personas.

En 2011 cayó en manos de las autoridades el empresario Marco Antonio Paredes: la Policía Federal lo detuvo en un hospital de Huixquilucan, Estado de México. Juzgado en una corte federal estadounidense, Paredes se declaró este año culpable de haber supervisado el envío de 90 toneladas de mariguana y más de 40 toneladas de cocaína.

Era el representante del Cártel de Sinaloa en la región. A su caída, los Zetas y los Beltrán Leyva intentaron tomar Agua Prieta, entre otras ciudades de la frontera (más de 620 kilómetros “porosos”, que colindan con Arizona). La familia de Paredes los detuvo, a través de un jefe de sicarios apodado El 20. La violencia, traducida en emboscadas, ejecuciones, persecuciones y enfrentamientos, alcanzó tal punto que el consulado de Arizona declaró una alerta de viaje en Agua Prieta.

Desde entonces, el grupo conocido como Los Paredes opera hegemónicamente en la región. Una segunda familia tiene presencia desde los años 90 en la franja entre Sonora y Chihuahua: Los Salazar, a cuyo frente se encuentra Crispín Salazar, uno de los hijos del capo conocido como Don Adán, preso desde 2011.

A diferencia de Hermosillo, Guaymas, Cajeme y Empalme, en donde los focos rojos de la violencia se han encendido, legando imágenes pavorosas, Agua Prieta se había mantenido en relativa tranquilidad, en virtud de la “pax narca” impuesta por Los Paredes.

Hay noticia de que grupos criminales de Chihuahua, entre ellos Los Números y La Línea, están operando en la franja que divide ambos estados. Se ha registrado la presencia, también, del Cártel Jalisco Nueva Generación. Horas antes de la salvajada en que perecieron los miembros de la familia LeBarón, se habían registrado en Agua Prieta y Naco al menos diez enfrentamientos.

Las noticias de tiroteos y ejecuciones han bañado los diarios locales en los últimos meses: en junio, nueve personas fueron ejecutadas en menos de 24 horas. Todas llevaban armas largas y chalecos tácticos.

El camino de Bavispe está sembrado de retenes impuestos por los narcos. “Esto es una zona de guerra. Desde hace tiempo estamos pidiendo ayuda”, dijo Julián LeBarón.

Les contestaron con chascarrillos mañaneros y acusaciones dirigidas a gobiernos anteriores. “Mi corazón está completamente roto. Esto es como un mal sueño del que quiero despertar”, escribió John.

Muchos otros estamos así. Rotos y perdidos en un mal sueño de autos y mujeres y niños calcinados.

@hdemauleon
demauleon@hotmail.com

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