Mijaíl Gorbachov (1931-2022) no tuvo funeral de Estado porque el país del cual fue líder ya no existe: él fue su último dirigente; y Vladimir Putin, quien dirige actualmente su nación, no se presentó a rendirle honores... aunque muchos ciudadanos sí acudieron a darle el último adiós.

Gorbachov se fue entre el reproche de quienes lo culpan del colapso de la URSS, los moderados que le reconocen el intento de cambiar el país y el amplio reconocimiento en Occidente por ser factor para el final de la Guerra Fría y la amenaza de una guerra nuclear.

Los testimonios ciudadanos que la cadena alemana DW recabó durante el funeral coinciden en reconocerle sus buenas intenciones que desembocaron en fracaso: una señora dijo que “intentó construir un mundo diferente, quizás no tuvo mucho éxito”; en tanto, otro moscovita dijo que “intentó darnos libertad, pero nos dormimos, no fuimos capaces de mantenerla”.

Esto contrasta con la dura visión que tiene el líder ruso Vladimir Putin que hace unos años declaró que la desintegración de la URSS “fue la catástrofe geopolítica más grande del siglo”.

Aunque los cambios históricos son producto de una sumatoria de factores sociales, ¿la presencia de un individuo puede alterar el curso de la historia? ¿Sin Gorbachov al frente de la URSS, ésta seguiría viva y desafiando a los Estados Unidos?

Hay un antes y un después de Mijaíl Gorbachov en la historia mundial. Era un mundo dividido en dos poderosos bloques enfrentados y uno tercero empobrecido.  Quizás los lectores más jóvenes no lo sepan, pero en 1974 en el Mundial de futbol se enfrentaron dos Alemanias; la capitalista contra la socialista; que había un muro que dividía Berlín y existía un poderoso bloque de países socialistas en Europa del Este.

Cuando en los 80 Gorbachov toma el control de la URSS se encuentra con que el poderoso oso socialista tenía graves problemas económicos y de corrupción, por lo que si quería seguir desafiando al águila americana tenía que renovarse.

Y eso intentó con dos reformas fundamentales: Perestroika y Glasnost; reestructuración y transparencia. Quiso airear el debate público en la URSS, pero perdió el control de los acontecimientos y todo el bloque socialista se desmoronó en cuestión de meses. Para 1991 ya no existía ni la propia URSS y pronto desaparecerían del mapa Yugoslavia y Checoslovaquia. El mundo había cambiado, Estados Unidos había ganado la Guerra Fría sin soltar un sólo misil nuclear.

Gorbachov se volvió estrella pop en Occidente donde hasta pizzas anunciaba, pero conforme se hundía la economía en Rusia y cada vez más países se separaban del antiguo bloque, su memoria se volvió amarga entre sus conciudadanos.

Difícil encontrar en la historia un fracaso de gobierno tan grande pero que a 30 años siga afectando los destinos del mundo. Por ello, ahora que murió, alguien debería escribirle un blues al hombre que anuló la prohibición de escuchar rock en la URSS.

Periodista y sociólogo. @viloja

Google News