El sábado será el tan esperado cambio de régimen. Enrique Peña Nieto (quien ya no gobierna hace rato, aunque realiza actos de autocomplacencia grotescos) entregará la banda presidencial, modificada, a López Obrador (el cual en estos seis meses ha marcado el rumbo no exento de problemas y controversias).

Este relevo tan sui géneris se debe a que el PRI es un cascarón el cual todavía se lo pelean algunos, en tanto la fuerza de Morena ha crecido de las elecciones para acá no obstante que en los últimos días ha descendido levemente en su aprobación.

Con todo, Andrés Manuel llega con más de 60% de simpatías, en tanto Peña Nieto se va con 20 por ciento de apoyos, la cifra más baja de un presidente en los últimos 18 años (Fox se despidió con 63 por ciento de querencias y Felipe Calderón con 43 por ciento). Ello se debe a que el de Atlacomulco fue decepcionando en su gestión y al final quedó al descubierto que administró para negocios personales, de amigos y dejó hacer a los gobernadores y otros personajes importantes lo que quisieran.

La decepción inició al darse a conocer el reportaje de Carmen Aristegui y su equipo a propósito de la Casa Blanca, siguió con la matanza de los 43 en Ayotzinapa y llegó a un punto muy alto en el socavón de Gerardo Ruiz Esparza, el tren a Toluca inconcluso y los casos de gobernadores unos en prisión (Javier Duarte y Roberto Borge) y otros libres pero que pueden caer: César Duarte y Humberto El bailador Moreira.

El Pacto por México fue un engaño propagandístico. No cumplió expectativas. La violencia aumentó tanto que el número de asesinatos dolosos será mayor al dejado por Felipe Calderón. Los cárteles se han multiplicado y ahora realizan acciones que antes no eran notorias, como el huachicoleo, que se elevó ¡752%! en los últimos años. Los feminicidios son una plaga, ya que nueve mujeres al día son asesinadas. Y la justicia una quimera, pues decenas de miles de menesterosos están en prisión por robos menores.

En fin, que Peña Nieto destrozó al país, a su partido y dejó heridos por doquier debido a su indolencia, despilfarro, pillerías, acciones que pone en predicamentos a la economía: la deuda pública subió del 0.4 por ciento del PIB en 2013 al 2.2 por ciento en 2017 y el dólar aumentó en el sexenio que se va de 12 pesos por billete verde a 20.5.

Ante ese panorama, que a veces no se conoce pero se siente en los bolsillos, no sirvieron los medios tradicionales para engañar a los ciudadanos. Las redes, benditas, le dieron un amplia victoria a López Obrador.

Con prisa para hacer aterrizar sus promesas, el tabasqueño ha puesto a legislar rápido a sus Morenos y efectuó dos consultas para que una serie de cuestiones que le preocupaban salieran adelante. En esta vorágine, hay asuntos que han salido mal como la interesante propuesta de Ricardo Monreal de bajar las comisiones bancarias, las cuales son tan altas que hasta Citibanamex ha dicho que se pueden reducir. También ha traído controversia la Guardia Nacional, encabezada por el secretario de la Defensa, Luis C. Sandoval, la cual es vista con recelo no sólo por especialistas e investigadores, sino incluso por algunos funcionarios del próximo gobierno. Y las consultas, tan rápidas y sin mayor sustento no han sido tan amplias como se esperaba.

Si a esto le añadimos la cancelación del aeropuerto de Texcoco, en dos ocasiones los malditos mercados (financieros y casabolseros) han atacado y traído desajustes importantes en la economía.

Con todo, hay nuevos vientos y esperanzas. Andrés Manuel debe ser cuidadoso para no despertar la furia de esa minoría rapaz, con la cual debe y tiene que lidiar

¡Nos vemos el sábado en el Zócalo!

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