El poder que tiene el arte es inimaginable, quiero explicarles el porqué de esta conjetura que tomé, esta semana tuve el gusto de compartir mesa con una talentosa artista queretana de nombre Esmeralda Neresis, nacida en el Barrio del Tepe, y quien expone su obra “El retorno de las diosas”, en el Museo Anbanica de Historia (MUSAH), lugar en donde la poetisa, Dalia Larisa, la socióloga, Donna Oliveros y su servidora, aprendimos mucho de la simbología que maneja a través de sus obras, por todo lo que hay detrás de sus enigmático trabajo, y para llegar a la parte medular de ello, me di a la tarea de ver cuáles se encuentran expuestas y tuve que viajar al pasado para revisar esta parte de la simbología en las obras pictóricas desde el medieval, en ese entonces los artesanos a quienes se les llamaba de esta forma porque eran los que realizaban las obras que solicitaba la iglesia para realizar los caprichos de la del clero de esos tiempos y en donde se contaba con alguna simbología característica de aquellos tiempos.
Sabemos qué, durante la edad media, hasta después del renacimiento fueron llamados artistas, antes de eso se les llamaba artesanos, con el único objetivo de mostrar la palabra de Dios.
En esta época el medio visual era perfecto para educar a la sociedad ya que con la simbología de las obras podían transmitir mensajes, por ejemplo era la época donde el color dorado representaba la divinidad, la riqueza y realeza, algo que no cualquiera podía alcanzar y que era un símbolo de respeto para esa clase social.
En las pinturas de la anunciación, por ejemplo, siempre las obras son en un jardín y esto sucede por la fecha en que fue concebido el niño Jesús, es decir esto sucede en el mes de la primavera, mes de la encarnación, la estrella, símbolo del bien, ya sea que esté en el cielo o en cualquier otra parte de un cuadro, la paloma era la prosperidad, la manzana que nos indica el bien y el mal, según quien la tenga en la mano, no solo por Adán y Eva, y bueno ya si la vemos más adelante unos muchos años después con René Magritte, con su obra “El hijo del hombre” en donde se muestra una persona con la cara de manzana -palabra que en latín es “malum”- con la cual puede ser representada con el bien y el mal y en este caso del cuadro de Magritte representa la tentación con la que todos todavía debemos enfrentarnos en el mundo moderno.
En este mismo sentido con Esmeralda Neresis, y con este clavado en el tiempo, lo que les quiero decir es que cada época y cada artista tiene su propia riqueza de simbolismos, estas obras que ella nos muestra nos transmiten cosas misteriosas a través de toques magia, danza de las brujas con misticismo ancestral, cartomancia y la curandería, en ellas nos expresa un sentir que pocos artistas logran como ella lo hace, deja ver que cuenta con una paleta de color definido, las miradas expresan muchas veces lo que el cuerpo no puede, vemos mujeres empoderadas pero también vulnerables, sin duda una artista a la admiro y que vale la pena ver su obra en el MUSAH de Corregidora.
Twitter: @nayelirosasb