La antigua ciudad amurallada, codiciada por piratas y filibusteros, a donde barcos ingleses y franceses llegaban a saquear las riquezas de la Corona de España en los siglos XVI, XVII y XVIII, vuelve hoy a ser escenario de feroces batallas, pero ya no armadas, sino políticas. En lugar de los bucaneros que aterrorizaban desde los tiempos coloniales a los campechanos, hoy serán los priístas los que tomen por asalto esta tranquila ciudad para convertirla en el escenario de sus feroces batallas por la sucesión presidencial de 2018.

A esta Campeche, llena de fuertes y murallas, testigos viejos del asedio que sufría por las riquezas que guardaba este puerto colonial, le han pegado dos tormentas en las últimas horas: la primera, Franklin, que pasó proveniente de Quintana Roo y dejó a los campechanos con una “alerta naranja” y con lluvias y vientos intensos, encharcamientos y mucha humedad, y la segunda tormenta, política, llamada “Mesa de Estatutos”, que hoy comienza, con duración pronosticada de dos días, y cuyos efectos, daños e intensidad son aún impredecibles.

Hasta acá llegarán lo mismo una batería de delegados y operadores enviados por el CEN del PRI y de Los Pinos con la misión explícita de modificar los estatutos para “abrir los candados” a un candidato “ciudadano y externo”, eliminando el requisito de 10 años de militancia para el aspirante presidencial del priísmo. Esos operadores “oficiales” tienen nombre y apellido y se registrarán como delegados en esta mesa: Sofía Castro, de Oaxaca, cercana a José Murat; Augusto Gómez Villanueva, gurú del secretario de Hacienda, José Antonio Meade; José Ramón Martel, de Alianza Generacional y también asesor de Meade; Jorge Estefan, presidente del PRI Puebla; Marisela Morales, ex dirigente en Morelos y ex delegada en Oaxaca; el delegado de Sedesol en la CDMX, José Antonio Rivera, y Mario Zamora, director de Financiera Rural, ambos estrechamente vinculados a Meade ¿Está claro a quién le van a abrir los candados?

En contraparte, también la tarde de ayer arribaron a Campeche, en los escasos vuelos comerciales, otra legión de políticos “rebeldes” y disidentes del priísmo —“políticos de café, les dirían— que vienen a esta Mesa a pedir, entre otros sueños guajiros, “democracia interna”. Ahí están las huestes de Ivonne Ortega, la única priísta aspirante a la Presidencia, los delegados afines al ex dirigente Manlio Fabio Beltrones, pero también están los del colmilludo operador Ulises Ruiz, o del no menos experimentado César Augusto Santiago, junto a los grupos de Alianza Generacional.

No todos los críticos quieren lo mismo, unos están a favor y otros en contra de abrir los candados, pero todos coinciden en una propuesta que puede ser el detonante de la rebelión en esta Mesa: elección del candidato presidencial a través de una consulta abierta a las bases y “piso parejo” para todos los aspirantes priístas a 2018, sean militantes o externos. Piden eliminar requisitos burocráticos a militantes para registrarse como candidatos (apoyos de sectores y comités estatales y 10% del padrón) para que tengan las mismas facilidades que los externos. Y no quieren que la consulta quede de palabra, sino que exigen, y lo van a empujar estos dos días en Campeche, que quede incluida en un artículo transitorio la obligación de que la decisión del candidato presidencial para 2018 no será unipersonal, ni de “unidad o consenso”, ambas formas de simulación del dedazo, sino por el voto libre y abierto de su militancia. Eso equivaldría casi a cortarle el dedo elector al Presidente y quitarle el control absoluto que hoy tiene de la sucesión.

Y justo ese dedo, el de Peña Nieto, ayer estuvo en Campeche, a donde vino “casualmente” a entregar varias obras, entre ellas el gran Drenaje Pluvial de la ciudad, justo a unas horas de que comenzara aquí la Mesa más complicada y conflictiva de esta Asamblea priísta. Porque si bien en Guadalajara, hablando de la “Visión de Futuro” estarán los “pesos completos” de la cúpula priísta, ex dirigentes, senadores, gobernadores y diputados, la batalla política de mayor intensidad se librará en tierras campechanas. El mismo Peña lo sabe, por eso se dice que fue él quien tomó la decisión de mandar hasta la lejana y controlada Campeche, con sus dos vuelos diarios y sus simbólicas murallas, la discusión de los Estatutos, que en esta ocasión estará presidida por la diputada Carolina Viggiano, una política avezada y, para mayores señas, esposa del gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, y muy cercana políticamente al secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong.

Dicen que cuando se discutían las sedes de las Mesas Temáticas de la Asamblea, Peña preguntó por un gobernador “fuerte, que tenga experiencia y control político” y él mismo soltó el nombre de Alejandro Moreno Cárdenas Alito, a quien ayer en plena gira, el Presidente le dedicó varios elogios. “Tienen un gobernador muy tenaz, tan tenaz que podría matar un burro a pellizcos. Tienes buena mano”, le dijo Peña Nieto al gobernador campechano, a quien le encargó toda la organización y la logística de la rebelde Mesa de Estatutos.

Hoy Alito es el “operador designado” y junto con él vendrá Enrique Ochoa , Arturo Zamora, Héctor Gómez Barraza, Paloma Guillén y muchos operadores más que buscan evitar a toda costa una “rebelión” que amenace el control del PRI y de la sucesión, que en estos momentos tiene el presidente Enrique Peña Nieto y quiere preservar. La orden desde Los Pinos es clara: sí a un “debate abierto y transparente” en la Asamblea, pero nada contra los “usos y costumbres” del dedazo presidencial. ¿Podrán contener la otra tormenta en Campeche?

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