El pasado miércoles se conmemoró otro aniversario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, firmada en Querétaro en el Teatro de la República el 5 de febrero de 1917. Desde luego, en 103 años de historia ha sufrido alteraciones, producto de las acciones de la democracia; sin embargo, lo que no se ha alterado en más de un siglo es el discurso de la lucha social que la vio emerger. ¿Qué dijo el presidente de México en el marco del aniversario?

Junto con autoridades del estado de Querétaro, gobernadores del país y su propio gabinete, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lideró la celebración del aniversario de nuestra Constitución Mexicana, enfatizando su importancia para la democracia de México. Envuelto en dicha celebración se encontró el discurso del mandatario en torno a la lucha social, propio del priísmo, y que siguió presente en el escenario político del país a pesar de las transiciones presidenciales hacia el panismo, hace unos años, y al morenismo apenas hace dos diciembres.

Uno podría pensar que, si bien el panismo no lo hizo, Morena cambiaría algo este discurso de lucha social para adecuarlo a su visión propia de México, como de cierta manera lo hizo AMLO durante su campaña presidencial, en 2018. Pero este esperado cambio fue inexistente, o al menos muy tenue, generando en contraste ecos al antiguo régimen priísta que duró décadas en la silla presidencial. Ahí se perdió la oportunidad fehaciente para Morena de significar algo distinto, como hace alrededor de dos años se hizo ver al público que lo seguía. Pero hoy otra tonalidad abunda en su presencia y sobre todo en la opinión pública.

El tiempo lo usó, en cambio, en repetir los avances que él considera que ha tenido México desde su llegada, como la creación de la Guardia Nacional, en seguridad, y la serie de reformas encaminadas a combatir a la corrupción, entre otras. Fue una alabanza de su administración, pero siendo realistas, ¿qué presidente no lo habría hecho? Pero ese no es precisamente el punto. Si bien hay avances en México tras su arribo a la presidencia, es indispensable mencionar que no todo es color de rosa. ¿Qué quiere decir esto? Pues que los “avances” que se mencionan son debatibles en su mera calidad de avances y en el grado que en todo caso estos “avances” ofrecen para una mejor realidad social, política y económica, pero también en si sólo obedecen a otros intereses no colectivos, sino particulares.

También es debatible la palabra que emana desde la presidencia en contraste con la acción que se ordena ejecutar. Se dice que es un gobierno de izquierda, y por mucho tiempo así se creyó, pero hemos notado la incongruencia de sus acciones. Una muy reciente es la posición humanitaria que se comentó en campaña acerca de permitir el acceso de personas migrantes de Centroamérica y darles visas de trabajo, con el contraste de la crisis de migración en la frontera sureste de México donde se envió al “avance” en materia seguridad denominada Guardia Nacional a repeler a las personas migrantes, y en donde se limitó y luego prohibió el acceso a organizaciones no gubernamentales humanitarias y defensoras de los derechos humanos. ¿No difiere eso a como respondería un gobierno de izquierda?

Esa es sólo una incongruencia, una de las más recientes, desde luego. Por ello no importa qué palabras se digan, qué discursos se construyan y qué se asegure en las conferencias mañaneras que ofrece de lunes a viernes. Es el mismo discurso repetido, sólo editado y moldeado al entorno social de hoy en día, y con eso sólo se muestran palabras vacías sin un real peso específico que signifique ser verdaderamente diferente a los demás políticos, a pesar de que se mencione lo contrario cada día. Hay mucho que mejorar, pero, sobre todo, hay que comenzar a ser congruentes con lo que se dijo, se dice y se hace.

Twitter @NielsRosasV
niels.rosas@gmail.com

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