En este mes, justamente el pasado día 25 recién celebramos 490 años de la fundación de nuestra ciudad, un evento rodeado por mitos y leyendas, pero de especial trascendencia para quienes nacimos en este estado o para quienes han decidido en algún momento establecerse aquí. Fue uno de los personajes que el gobierno español convenció de buscar una conquista pacífica, el indígena Conín, quien posteriormente una vez bautizado, se llamó Fernando de Tapia y fue encargado de convencer a los indígenas. Sin embargo, el 25 de julio de 1531, se celebra una batalla concertada y sin armas en la Loma del Sangremal, donde hoy se encuentra ubicado el convento de la Santa Cruz. Fue una batalla larga y sangrienta y ahí es donde surge la leyenda de que, una vez muy cansados los combatientes, los españoles invocan al  apóstol Santiago, patrón de las Españas y entonces ocurre un eclipse de sol y en la obscuridad total, aparece el apóstol montado en su corcel blanco y los indígenas  toman esa señal como su derrota y los conquistadores ganan la batalla, reconociéndose en ese día y lugar, la fundación de nuestra ciudad capital.

Desde entonces y con aparente discreción en su crecimiento y desarrollo, Querétaro ha jugado diversos papeles primordiales, algunos muy buenos y otros de triste memoria en la historia de nuestro país entero. Aquí se descubre el movimiento insurgente que lleva a la guerra de Independencia en septiembre de 1810. En al año de 1847 se nombra como capital de nuestro país y en 1848 se firma el tratado de Guadalupe, donde México pierde una parte muy importante de su territorio. En 1867, se pone fin al imperio de Maximiliano de Habsburgo, siendo fusilado junto con los mexicanos Miguel Miramón y Tomás Mejía. En 1917 se firma aquí la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cada uno de esos momentos en la historia fueron de una enorme relevancia para el futuro de nuestro país, mientras la ciudad se guardaba para el crecimiento que comenzó prácticamente siete décadas después de la firma de nuestra Carta Magna.

De la década de los ochentas y hasta nuestros días, pareciera que la ciudad y algunos de sus municipios decidieron asumir un papel protagonista en materia de crecimiento y desarrollo. Es entonces que comienza una época donde el desarrollo industrial, comercial y de servicios, se incrementa para consolidar una mucho mayor concentración poblacional en las zonas urbanas y dejar atrás la vocación de ser cuenca lechera y agrícola para darle más presencia a la industria de la transformación y alimenticia. En el presente milenio, decide tomar vuelo con la industria aeronáutica,  impulsar el desarrollo tecnológico y la industria automotriz se fortalece. De igual manera, la infraestructura educativa ha crecido con instituciones de gran relevancia a nivel nacional e internacional.

Aunque vivimos un tiempo duro y difícil, los 490 años de la fundación de nuestra ciudad, sumados a muchos otros años de una riqueza cultural prehispánica, deben de celebrarse con esa discreción que la han caracterizado desde siempre, sin dejar de reconocer que cuando le conviene, se ha hecho notar como la hermosa y agraciada joven que mantiene su encanto, el encanto que caracteriza la grandeza de este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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