En el marco de una conversación fría y menos que protocolaria entre Biden y Vladimir Putin, el presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo importantes llamadas telefónicas con estos mandatarios.

El pasado viernes el mandatario mexicano informó a través de su cuenta de Twitter que habló con el presidente Biden: “Conversamos con el presidente Biden, fue amable y respetuoso. Tratamos asuntos relacionados con la migración, el #COVID19 y la cooperación para el desarrollo y el bienestar. Todo indica que serán buenas las relaciones por el bien de nuestros pueblos y naciones”. El pasado lunes, también anunció en su cuenta de Twitter que mantuvo una conversación con Vladimir Putin.

Aunque los temas con ambos fueron completamente distintos (con Biden, la relación bilateral y el tema migratorio; mientras que con Putin se concretó la compra-venta de 24 millones de dosis de la vacuna rusa “Sputnik V” contra el Covid-19), el ambiente político fue radicalmente opuesto. Como decía el gran pensador Don Jesús Reyes Heroles “la forma es fondo”, y en este caso, la atención a ambos mandatarios extranjeros tuvo una marcada diferencia. Mientras que con Biden, López Obrador se limitó a tratar los temas bilaterales, al líder ruso lo invitó a visitar México.

El mandatario mexicano escribió en la red social: “Conversamos con el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, y se mostró genuinamente afectuoso. Lo invité a visitar México y le agradecía por la decisión de enviarnos 24 millones de dosis de vacuna Sputnik V para los próximos dos meses”.

La diferencia en el trato con ambos mandatarios no es un asunto menor. Estados Unidos representa para México la relación bilateral más importante, no solo por compartir frontera, sino también por tener el vínculo comercial y político más notable en el continente americano; mientras que Rusia es el 46 inversionista en México a nivel mundial y el primero entre los países de Europa Central y Oriental, según la Embajada de México en la Federación Rusa.

A finales del año pasado, algunos responsables estadounidenses de supervisar el cumplimiento por parte de México de las duras disposiciones laborales del tratado de libre comercio T-MEC expresaron “serias preocupaciones” acerca de la voluntad y capacidad de México a cumplir con los acuerdos establecidos y el lento progreso que lleva, algunos autores opinan que la crítica podría también describir las relaciones bilaterales entre el Gobierno de México y el del entrante presidente demócrata Joe Biden.

Las tensiones en el sector energético, han aumentado durante meses, ya que el Gobierno de México ha tratado de restringir los permisos, frenar la generación de energía renovable y favorecer a Pemex y la CFE. El presidente mexicano es un defensor de los combustibles fósiles, mientras que Biden quiere que Estados Unidos sea neutro en carbono para 2050.

López Obrador fue uno de los últimos gobernantes en felicitar a Biden, y cuando finalmente hablaron durante el período de transición, el presidente mexicano reiteró que había desarrollado una relación positiva con Trump, según fuentes informadas sobre la llamada.

En diciembre, el ejecutivo Federal firmó una ley de seguridad que imponía restricciones a la presencia de agentes antidrogas estadounidenses en el país. Fue una advertencia, dijo el exembajador mexicano en Estados Unidos Arturo Sarukhan, y agregó que AMLO ha dicho que está considerando tomar medidas contra Estados Unidos por supuestamente fabricar información en la investigación de Cienfuegos. ¿Está tratando de usar eso como un punto de negociación con la administración entrante de Biden, o es que simplemente no entiende cómo funciona la relación?

Las prioridades en las relaciones político-diplomáticas de México parecieran estar tomando un rumbo distinto al histórico en el que privilegio el tema económico.

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