Hemos crecido y el día del amor y la amistad me parece que no es igual. Probablemente una percepción personal, pero a las evidencias me puedo remitir y es que en la edad adulta, perdemos muchos de nosotros el sentir dando paso al pensar y es donde ahí vamos perdiendo la sinceridad del afecto.

Nuestra mente se vuelve la creadora de relaciones, buscadora de beneficios que puedan traer ésas relaciones, cuando en realidad, si dejáramos actuar a nuestros sentimientos todo sería menos complicado porque sólo buscaríamos el cariño y bienestar de los otros y lo demás es por consecuencia.

Dejamos de ser niños y hemos dejado de sentir con el corazón y preferimos entregarnos con la mente, incluso, me parece que las relaciones por eso se han volcado en relaciones vacías y complicadas. Si me conviene o no andar con alguien o ser amigo de alguien es cuestión de identidad, no de búsqueda de beneficios que me pueda traer la amistad que pueda generar con una persona.

Un amor se mide por lo que pueda generar en ti y lo que provoque dar. A todo le ponemos reglas, si sientes algo por alguien debe de haber primero pasado tiempo para que puedas sentirlo, los impulsos y conexiones inmediatas son descartadas, cuando en realidad son las más puras porque inmediatamente y sin pensarlo dos veces encuentras similitud y empatía natural y de ahí, ¡bueno! puede o no surgir una relación.

Me pregunto ahora, ¿porqué es tan difícil encontrar hoy día una pareja? Tantas personas sufriendo de soledad queriendo recibir amor y  sin embargo, están llenas de miedo para poder darlo. ¡Qué incongruencia! Si tan sólo dejáramos de cuidar tanto nuestro corazón y entregáramos todo lo que hay en él, sería la acción generadora  que nos pudiera dar grata respuesta a lo que se busca. Dejar de ver como vemos no es tan complicado, sólo debemos dejar de ver en nosotros y ver en el otro y a través de los ojos del otro, no del nuestro lleno de miedo. Arriésgate a entregar el corazón a una nueva amistad, a un nuevo amor. Todos los seres humanos estamos hechos de bondad pero las creencias, las experiencias mal entendidas y la poca capacidad para reconocer al otro, nos han llevado a esta crisis de amor encontrando solamente relaciones vacías y llenas de cama en lugar de buenos momentos.

Rencores, dudas y falta de confianza se suman a todas las historias fallidas. Ojalá pudiéramos reprogramarnos para dar amor con libertad.

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