En el negocio del transporte público urbano de Querétaro siempre han existido los beneficiarios del sistema, quienes recibieron concesiones gratis; otros han tenido que comprar las concesiones. Los explotadores ganan, el usuario siempre pierde.

Para nadie es desconocido que en cada sexenio son favorecidos aquellos que se identifican con quienes gobiernan durante el periodo. Desde el empresario del transporte hasta los líderes sindicales, los compadres o los compradores en subasta se benefician del gran negocio que representa el transporte público urbano.

Obsequios y vendimias de concesiones se han dado en todos los gobiernos; tanto el exceso de concesiones como el abundante número de rutas y su distribución entre los “preferidos” fue lo que dio al traste con aquel servicio cumplido y decente de hace algunos años. Sin pasar por alto la improvisación y mala educación de los choferes, quienes se sumaron al negocio del desorden del transporte.

Los títulos de concesión se han manejado a discreción y las normas se han reformado para bien o para mal de quienes usufructúan el negocio del transporte. Quienes hemos observado el desordenado crecimiento citadino, a la par del aumento de camiones “prestadores” del servicio, damos cuenta del caos que se formó. Gobiernos han pretendido arreglar lo que otros descompusieron, sin cumplir con el objetivo. Cambian de colores y tamaño los camiones, pero el servicio es el mismo: de pésima calidad.

Sirva el siguiente ejemplo para darse una idea de la irresponsabilidad en que han incurrido algunas autoridades relacionadas con la expedición de las concesiones. Un secretario de Gobierno en turno dio a vender a un líder sindical 100 concesiones; éste, dado que concluía el periodo de gobierno, decidió vender las placas por separado: vamos dos “concesionarios” por las dos placas de la unidad. Cuando se percatan del doble fraude, le “echan” encima el aparato de procuración de justicia y aquel tuvo que salir huyendo del Estado. Este es sólo un ejemplo del criterio del cómo han manejado la entrega de concesiones.

Hubo otro tiempo que se premiaba a empleados “leales” con las concesiones, dado que no existían los enormes finiquitos que hoy se pueden dar a esos “leales”. Otros más, una vez en sus manos vendían de inmediato los títulos de concesión. “Grandes ideas” han ido y venido como el Transmetro o Red Q, que han fracasado por diversas razones. Creció tanto el “monstruo de las mil cabezas” que no han podido domesticarlo. Incluso enormes cuotas que han tenido que entregar a ciertos funcionarios en turno por las “perversas” alianzas que merece el negocio del transporte público.

Otra solución que se ocurrió para poner orden fue crear concesiones “duplas”. Aquellas que debían explotarse entre dos beneficiarios; no funcionó, entre los “socios” existieron diferencias. O aquella que originalmente fue buena: obligar a los concesionarios a renovar su documentación personalmente; vimos desfilar a muchos parientes de políticos, lo que provocó molestias entre gobernantes que ya no gobernaban ¡Cómo se atrevieron a citar a…! y hacer fila. Fue una ofensa que hoy día no perdona. Y el problema tampoco se resolvió, por el contrario: más concesiones, más rutas; y cómo no, si la población continuó en crecimiento, la mancha urbana otro tanto, luego entonces el servicio también.

No hubo orden en la prestación del servicio, las concesiones entre que se regalaban y vendían crecieron en manos de delincuentes de “cuello blanco”. El negocio floreció para algunos y el servicio empeoró para todos los usuarios. No se detiene en el negocio entre los referidos; no, también está el negocio entre quienes venden los camiones, los que dan mantenimiento, llantas, seguros y otros beneficios. El negocio es multimillonario.

Quienes se dicen nuevos líderes sindicales electos echan culpas a quienes ya no están. Lo cierto es que ellos son parte fundamental de la problemática, ellos junto con choferes y aquellos que dieron a placer concesiones crearon el caos que hoy existe y se resisten a perder privilegios del enorme poder económico que significa el transporte público urbano.

El gobierno de Francisco Domínguez, se enfrenta a una mafia de delincuentes de “cuello blanco” que no se deja sujetar. Enfrenta un problema añejo, el gobernador lo conoce bien. Al final el único objetivo es la prestación de un buen servicio público de transporte urbano, seguro, eficiente, eficaz, económico y buen trato de los choferes; es lo que reclaman los usuarios. De conseguirse el objetivo, muchos dejarían el transporte particular para darle uso al colectivo, con ello se mejoraría sustancialmente el problema de la movilidad en la zona conurbada de la capital ¡Hay que terminar con los delincuentes de “cuello blanco”!

Analista legislativo.

@HectorParraRgz

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