Hoy escribo sobre un mexicano con excepcionales cualidades tanto en la política, la academia y la investigación. Un mexicano del que sería muy saludable para bien del país, tomaran ejemplo muchos ciudadanos en su quehacer diario. El título del artículo responde al libro que acaba de aparecer, escrito por él, y en el que refiere distintos hechos que le ha tocado vivir. Como su nombre lo delata, hace remembranzas desde sus primeros años hasta los tiempos actuales.

Me refiero al Doctor en Derecho, Sergio García Ramírez, quien comenzó desde hace más de cincuenta años a colaborar en el servicio público.

Sus primeras actividades públicas estuvieron vinculadas con los reclusorios, y más tarde, en el gobierno del presidente Echeverría en relación con esta materia, le correspondió terminar con la prisión de Lecumberri, para dar inicio a una etapa en la que se buscara que los centros de reclusión favorecieran la readaptación social o reinserción como ahora se dice.

Fue el más joven Procurador General de Justicia del entonces Distrito Federal y Territorios Federales, como años después, Procurador General de la República.

Desempeñando esa función, se le mencionó como posible candidato presidencial por el Partido Revolucionario Institucional. A propósito de esa situación, hubo un memorable hecho el domingo cuatro de octubre de 1987, cuando se pensó que él sería el candidato, que finalmente recayó en Carlos Salinas de Gortari.

Fue el Magistrado Fundador del Tribunal Agrario, institución que presta importantes servicios a los campesinos. En el campo internacional, y vinculado con el Derecho, fue Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entre sus realizaciones, independientemente de la obra material hecha en las instalaciones, tenemos el surgimiento de una aportación trascendente, el “control de la convencionalidad” concepto de su autoría, que le da fuerza a los tratados internacionales en los ámbitos locales tratándose de derechos humanos.

El anterior razonamiento y otros más, los consideró el Consejo Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México para otorgarle la calidad de Maestro Emérito, que es la más alta distinción académica otorgada por esa institución.

Estas líneas han sido omisas, por falta de espacio, de muchas otras actividades del doctor García Ramírez, quien es ejemplo como decía, y que ahora, más que en otros tiempos, políticos así necesita nuestro gran país, que respetando la ley y fortaleciendo nuestras instituciones, sirvan a México.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

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