Cuando las noticias siguen sin ser las mejores, el mal tiempo suele alargarse y el cansancio decide alimentarse de nuestra esperanza, entonces nos queda echar mano de lo que alguien ha escrito en circunstancias similares para apropiarse de ello y usarlo como el bálsamo que nos da un poco de alivio ante el escozor de la realidad de la actualidad.

En la obra literaria “El Cartero de Neruda”, del autor Antonio Skármeta —misma que fue llevada al cine con mucho éxito—, hay un par de pasajes que me cautivaron.  El más destacado es cuando Mario Ruopolo, el humilde cartero que lleva la correspondencia al poeta Pablo Neruda, quien le reclama el uso del contenido de sus libros, le responde: “La Poesía no es de quien la escribe, es de quien la necesita”.

No cabe la menor duda de la certeza de dicha declaración y de la enorme verdad que encierra. Por eso es que a quienes nos gusta la poesía, hacemos uso de ella en momentos especiales en los que la emoción y los sentimientos juegan un papel preponderante. Sin embargo, también es utilizada como fuente de inspiración y como un antídoto contra la desesperanza.

Recién reencontré este poema de la autoría de Guillermo Mayer, publicado en el año de 1993 y titulado “No te Rindas”, que a la letra dice:

No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo. Aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas, que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros, y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero, porque existe el vino y el amor, es cierto. Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron, vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar un canto, bajar la guardia y extender las manos. Desplegar las alas e intentar de nuevo. Celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.
Porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento. Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Relató Guillermo Mayer en alguna entrevista que este fue el primer poema que escribió, y que lo hizo para consumo estrictamente personal, pero que en alguna ocasión consideró muy necesario compartirlo con una amiga que había sufrido un fuerte accidente y de ahí comenzó a circular. La gente le atribuyó por error la autoría a Mario Benedetti, pero no es así.

Lo importante es que es un escrito que en algún momento de esta azarosa vida, resulta útil y necesaria, también en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

Google News