Una jitanjáfora es un texto sin sentido cuya gracia radica en los sonidos y el ingenio para sugerir algo, sin decirlo. La semana pasada dije que las porras deportivas, al menos las mexicanas, eran jitanjáforas. Al parecer, no todas.

Sí lo es la más famosa y extendida, Chiquitibum a la bim bom ba, creada por un americanista, pero para alentar a la Selección Mexicana de Futbol; las fuentes difieren: Rafael Récord Gutiérrez o el doctor Carlos Garcés, ambos integrantes de la defensa del América, asimismo integrantes de la selección que era de menor categoría que los equipos nacionales.

Esta porra ha trascendido los ámbitos deportivos y se utiliza en ceremonias civiles, religiosas, matrimoniales, en las fiestas de graduación (cuya fama es que terminan a golpes); un comercial televisado durante el torneo llamado Mundial en 1986 la utilizó también para promover una cerveza, y cuya modelo tuvo inmensa fama efímera, y fue conocida como la Chichitibum (por la camiseta que insinuaba atributos físicos; por cierto, en la publicidad impresa al pie de la foto se advertía que el consumo excesivo del producto podía hacer daño a la salud: se refería a la cerveza, creo).

Dije que la porra para alentar a los equipos universitarios era también una jitanjáfora, pero don Armando Argudín explica su significado e insinúa que el creador fue Luis Rodríguez, conocido como Palillo, estudiante durante muchos años de la Facultad de Derecho, y jefe de la porra universitaria; don Armando Argudín recuerda la cercanía del Cine Goya con varias escuelas y facultades universitarias, por la Plaza del Carmen, y se dice que en sus no muy concurridas galerías probaban y aprobaban las facultades de las aspirantes a porristas (algunas llegaron a ser actrices del cine mexicano), y que el “cachún cachún” insinuaba el cachondeo, que en España significa “falta de seriedad o rigor en un asunto que lo exige”, en México es un escarceo erótico, pues “cachondo” es alguien dominado por el apetito sexual. Sáquense conclusiones: cachondeo es escarceo sin fines matrimoniales y “cachún” es una referencia a lo que sucedía en el cine Goya; Argudín insinúa que “Goya” era un grito con el que los integrantes proclamaban su éxito en la sala oscura del cine.

El “Huélum a la cachi cachi chiporra” tiene un origen más siniestro, y se lo atribuyen a Víctor Chambón, porque el “huélum” hace alusión a las huelgas estudiantiles frecuentes, y “la cachi cachi porra” hace alusión a los instrumentos con que aplacaban a los huelguistas. Desde sus inicios, y dada la falta de autonomía del Instituto Politécnico Nacional, las huelgas eran reprimidas de manera contundente; sólo hay que recordar cómo fueron desalojados los estudiantes de los dormitorios en Santo Tomás, y que nunca fueron reabiertos.

Evidentemente había más ingenio en los recintos estudiantiles que en las gradas de los estadios deportivos, ya que en estos se limitaron  copiar la porra americanista que, usado en un certamen internacional, se popularizó de manera inmediata; en los juegos de futbol americano las porras paseaban a sus mascotas (un puma, los de la UNAM, disminuida a Uni, como ahora en España disminuyen “boli”, “peli”, “cumple” —Corín Tellado fue precursora—, un burro blanco para los del IPN, disminuido a Poli), presumían a sus madrinas (Rosita Arenas, Fanny Cano, entre las más conocidas por la UNAM) e inspiraban películas que, de manera salomónica, muchas veces simulaban juegos que terminaban en insípidos empates, y cuyas estrellas no eran los jugadores, sino los entrenadores (Joaquín Cordero fue dos veces el padre Lambert; en dos ocasiones Freddy Fernández fue héroe de improbables partidos, y hasta Lilia Michel, heroína gracias a una vacuna contra la gripe).

En la realidad, muchas veces terminaban en peleas violentas, en las que pocas veces participaban los jugadores, casi siempre los porristas que en medio de la cancha se enfrentaban a los miembros de las porras enemigas, y en ocasiones también en las tribunas; bien recreada esa atmósfera  en La edad de la tentación, de Alejandro Galindo, en donde los miembros de la porra estudiantil se convierten en golpeadores.

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