A la democracia que el presidente Andrés Manuel López Obrador pretende construir sobre la 4T, le falta la piedra angular más importante, que es el diálogo. Sin esa base, los anhelos de paz, concordia, solidaridad y consenso, fundamentales para la solución de los grandes problemas nacionales, tardarán en cristalizar. Peor aún: de seguir en esa ruta, los lastres ancestrales de ausencia de libertad, justicia, igualdad y progreso, seguirán siendo un sueño irrealizable.

Desde siempre, la palabra lo es todo. La palabra mata y vivifica; libera y encarcela, humaniza y animaliza. Y en la democracia, los contrarios positivos son los que deben prevalecer. Esa debe ser una búsqueda permanente de gobernantes y gobernados como la única opción para cohabitar en el entendimiento, la concordia y la solidaridad, mirando a construir, entre todos, una sociedad y un país mejores.

Empero, en México, necesitamos todavía construir esos valores, acciones y principios, porque la acción dialógica hoy, entre la sociedad y quien la conduce, es un mundo rebajado al ruido, la turbulencia verbal; a las expresiones de todo tipo, a la exposición de las “razones” de cada cual, pero sin ánimo de confrontarlas para enriquecerlas, afinarlas, consensuarlas y ponerlas en práctica para bien de todos.

Por lo tanto, es indispensable evitar y acallar ese ensordecedor barullo, que sólo crea confusión, desconfianza y aplaza soluciones. Los distintos sectores que conforman la comunidad, deben encontrar un interlocutor válido en el gobierno; que escuche, sea receptivo, conciliador y atienda y delibere, mirando a que el país supere la conflictividad y las diferencias que nos envuelven.

Todo gobernante, sobre todo en un régimen popular, se fija como primer mandamiento el propósito de escuchar a la ciudadanía y siempre se empeña en observarlo al máximo, en el entendido de que ésta es la que encarna los problemas y ve en él al factótum de solución.

Empero, ahora, con frecuencia no hay receptividad a la opinión, sugerencia o pensamiento de nadie. La última evidencia está en el desplegado “En Defensa de la Libertad de Expresión”, firmado por 650 intelectuales.

Y si la intransitabilidad del gobierno al diálogo para el acuerdo con respecto de la sociedad no es consistente, tiene expresiones más visibles aún entre algunos de sus integrantes que, como varios exaltos funcionarios, Carlos Urzúa, y Jaime Cárdenas, últimamente, prefirieron renunciar con dignidad y respeto, que observar la obediencia ciega que, según éste, reclama el Presidente.

Si la 4T está planteada como futuro, no se puede volver a 1767, cuando el virrey Francisco de Croix, en un bando, dispuso: “Sépanlo de hoy en adelante los súbditos de esta Nueva España, que nacieron para obedecer y callar, y no para meterse en altos asuntos del gobierno…”. La democracia es todos y atañe a todos.

Si el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene un alto grado de aceptación, habría que imaginar dónde se ubicaría si estuviese dispuesto a contemporizar, escuchar y decidir conjuntamente con la comunidad. Todavía está a tiempo. Puede hacerlo sobre su propia premisa de que es de humanos equivocarse… y de sabios rectificar.

SOTTO VOCE…

La propuesta del ministro ponente, Luis María Aguilar, de rechazar la consulta presidencial de enjuiciar a los expresidentes, es nuevo elemento que enrarecerá el ambiente nacional… ¿Hasta cuándo seguirá la CNTE bloqueando vías férreas impunemente como lo hace cada vez que le viene en gana?... Las cifras negras derivadas de la pandemia de coronavirus no reflejan el optimismo de que ya pasó lo peor y que no ha hecho daño a la economía… ¿Quién es el único integrante del gabinete que, sin aspavientos ni exhibicionismo, entiende todas las “pichadas” de su jefe, estando cuando debe estar, con excelentes resultados, y “desapareciendo” cuando no es requerido? Cosa de sensibilidad y timing.

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