Habremos de lograr los mexicanos el mayor desarrollo con estabilidad monetaria… vigorizar el comercio exterior… mantener el equilibro del presupuesto y la solidez del crédito… Tenemos que luchar para que el progreso sea general y equilibrado, cuidando que la riqueza no se concentre en pocas manos, en ciertas actividades y en limitadas regiones geográficas — Adolfo López Mateos, discurso de toma de posesión como Presidente de la República, 1-diciembre-1958

Adolfo López Mateos, presidente de 1958 a 1964, nacido en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, encabezó un gran gobierno que lo convirtió en ejemplo para todos los mexiquenses y, desde luego, para el primer mexiquense que lo sucede en la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto. El pasado nunca regresa, las circunstancias han cambiado en 50 años, pero su gobierno es una referencia obligada para el que se inicia, y tiene vigencia y relevancia.

“Ofrecí al pueblo que me esforzaría en acelerar el desarrollo económico del país, con estabilidad monetaria y adelantos firmes en el terreno de la justicia social”. Lo cumplió: mantuvo el crecimiento de 6% anual logrado por sus predecesores desde 1933, pero agregó la estabilidad de precios y del peso. Ahora Peña Nieto tiene la tarea opuesta: a la estabilidad que hereda, debe agregar el crecimiento acelerado. Rodrigo Gómez, artífice (junto con Ortiz Mena) de estos éxitos, dio al Banco de México dos objetivos: crecer y estabilizar. Logró ambos.

López Mateos realizó cambios importantes en la administración pública, algunos que se discuten ahora. Creó la Secretaría de la Presidencia para mejorar la coordinación de la administración pública, reforzar la eficacia de la inversión pública y usar la planeación como instrumento de gobierno. Separó la Secretaría de Comunicaciones de la de Obras Públicas. Creó el Departamento de Turismo, que así debió quedarse, sin upgrade.

Fue gran creador de instituciones. En política social, como se piensa ahora, favoreció ampliar la red de protección social, y no los apoyos asistenciales, por ello creó el ISSSTE, el Centro Médico del IMSS; en educación, el libro de texto gratuito, un plan educativo de 11 años, porque la magnitud del problema rebasaba a un sexenio, y el Museo de Antropología; en vivienda, grandes unidades habitacionales. Como ex secretario del Trabajo estableció el sistema de salario mínimo. Creó Conasupo para defender los precios de básicos y la Aseguradora Agrícola para dar seguro al campo. En lo político originó los diputados de partido, antecedente de los plurinominales.

Para realizar esta obra, nombró un “gabinetazo”: Díaz Ordaz en Gobernación, Ortiz Mena en Hacienda, Manuel Tello B. en Relaciones, Torres Bodet en Educación, Barros Sierra en Obras Públicas, Salomón González Blanco en Trabajo, Bustamante en Patrimonio Nacional, Raúl Salinas Lozano en Economía, Rodríguez Adame en Agricultura, Alfredo del Mazo V. en Recursos Hidráulicos. Uruchurtu en el DF, Gutiérrez Roldán en Pemex.

Fue el primer presidente en impulsar una política exterior que trascendió la defensa interna de la soberanía y la proyectó más allá de las fronteras nacionales. Actuó en ambos frentes con un nacionalismo de vanguardia: sorteó con habilidad el ser el único país que sostuvo relaciones con Cuba a pesar de las presiones de EU y nacionalizó Luz y Fuerza. Gracias a la buena relación que estableció con el presidente Kennedy en su visita a México, logró la devolución del Chamizal. En su política hacia América Latina, México fue importante artífice en la creación del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio para apoyar la integración regional.

Fue, hay que destacarlo, el primer presidente mexicano que visitó a Canadá, y el primero que fue a Asia: en India estableció lazos con Nehru y en Indonesia con Sukarno. En 1964 se llevó a cabo la célebre visita del general De Gaulle a México. En su memoria, EPN invitó a Hollande a visitarnos. Estableció una amplia red de embajadas. Nadie había hecho más que él para diversificar las relaciones internacionales y darle prestigio a México. Este es un camino que ya inició Peña con similares cualidades de carisma y simpatía.

El gobierno de López Mateos se inició con serias amenazas, provocadas por el sindicalismo radical, magisterial y ferrocarrilero (otro paralelismo), inclusive el levantamiento armado de Gasca. Por ello, inteligentemente, inició un gobierno de centro-izquierda nacionalista. Cuando se superaron los problemas y se vio que esta política estaba afectando la confianza de los empresarios, la moderó.

El gobierno de EPN puede encontrar elementos de inspiración en su ilustre coterráneo. Salir del fundamentalismo conservador hacia un ilustrado progresismo nacionalista, un programa de gobierno de gran visión, ajustado por etapas, ejecutado por un gran gabinete; combinar crecimiento con estabilidad, tomando en cuenta que el orden de los factores sí altera el producto; una política social de instituciones, no asistencial; una política exterior activa en varios frentes, rescatando de la inopia intelectual y de recursos a la Cancillería.

Secretario general de la Fundación Colosio

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