La gran concentración de las poblaciones se ha ido dando a partir de la segunda mitad del siglo pasado en las ciudades. Poco a poco vamos dejando atrás los espacios abiertos y decidimos que las mejores oportunidades se encuentran en la zonas urbanas que crecen en todo el mundo. Tal vez ello explica de alguna manera la transformación social que ha venido caracterizando a las nuevas generaciones que son acompañadas de una increíble apertura en la tecnología de dispositivos y una tremenda estrechez en los espacios reales para la convivencia. Temas como la inseguridad, los riesgos de movilidad y otras características de las ciudades grandes, obligan a  las familias a tomar mayores precauciones para la vida cotidiana de sus hijos pequeños, impidiendo esa libertad que algunos mayores alcanzamos todavía a disfrutar antaño. Menos de la mitad de la población mundial habita hoy día en poblaciones más pequeñas, vinculadas a la campiña y a esa maravillosa sensación de libertad que nos brinda el alejarnos ocasionalmente del asfalto y disfrutar de la naturaleza.

Muchos de los cuentos que escuchamos o leemos a nuestros hijos y nietos, tienen que ver con el mar, el campo y el bosque. Cuando tengo la oportunidad de ir de copiloto y llevo la cámara conmigo, me gusta atrapar el paisaje en imágenes, que muchas veces no resultan por la velocidad que llevamos, pero cuando logro capturar ciertos rincones, inmediatamente pueden llevar consigo la ilusión de alguno de esos cuentos, historias y leyendas que hoy son un bálsamo para este encierro que amenaza prolongarse un tiempo más.

Les dejo esta fotografía de algún rincón en el mundo, ideal para imaginar y recordar   esos cuentos de bosques y leyendas que también tenemos, en las tierras altas de este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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