Hace poco más de una década, tuve la oportunidad de realizar un proyecto de fotografía y textos destinados a rendir un homenaje al agave, a través de una exposición de cuarenta imágenes acompañadas de un pie de foto que narraban el proceso de elaboración del tequila, una de las bebidas más representativas de nuestro país. Para presentarla, escribí lo siguiente:

“En el amanecer el sol reparte sus primeros rayos sobre el campo de Jalisco, las gotas de rocío emprenden una evaporada huida de las pencas de los agaves Weber. Mientras tanto, por debajo, la tierra hace su trabajo en la forja de la piña que discretamente crece, se fortalece, se sabe lista para su destino. La noche anterior, bajo el brillo de la luna, recibió la última visita de los pequeños murciélagos que en complicidad con la naturaleza hacen lo suyo: polinizar para continuar el milagro de la vida. Sin embargo, este día es distinto, es el fin de un ciclo y el inicio de la grandeza. Es entonces cuando estira con mayor fuerza sus tantos brazos hacia el cielo, hacia el dios del campo y con humildad, siente cercanos los pasos del jimador. La pálida piña se reconoce en el calor de la cocción y su sangre se transforma en el primer elixir, extraído en el proceso de la molienda hasta la última gota. Viene entonces la fermentación para producir el alcohol, que en la justa medida, le abre un poco la puerta del alma al hombre. Tanto ajetreo amerita un descanso en el camino, dormir en la cuna de la barrica arrullado en los brazos y el canto silencioso del tiempo. Sin prisas, como la crisálida en el capullo. Es así como se reconoce el sacrificio del agave azul, que cual bella mariposa se transforma en la más mexicana de las bebidas, esencia de nuestra identidad, del color y el sabor, en el Tequila que llevamos dentro.”

Recuerdo que dicho trabajo me permitió compartir con dos grandes amigos, quienes ya se adelantaron en el camino de la vida, el Doctor Gabriel Siade y Miguel Bringas, la presentación de imágenes en una extraordinaria conferencia que el primero presentaba sobre el agave en nuestro país, desde su siembra y cultivo, hasta el manejo de los desechos después del proceso de producción. También me viene a la mente, el recuerdo de la maravillosa costumbre de reunirnos con amigos y parientes en la casa de mis padres los sábados al medio día para degustar una botana acompañada de un par de tequilas que eran un maravilloso pretexto para mantener sólidos los vínculos familiares y con aquellos amigos de mis padres a quienes se les recuerda con un cariño especial.

Hoy, al paso del tiempo, el tequila sigue siendo una de las principales bebidas en México y en muchas partes del mundo, nos identifica y puntualizo, bebiéndolo sin exceso y en la justa medida, mantiene su noble tarea de recordar y honrar la amistad, así como animar la convivencia entre nuestros afectos.

De aquel sueño de agave, aún reposa en barrica la edición de un libro que ha tenido catas digitales, con textos de ambos amigos ausentes y que ojalá y pronto puedan quedar plasmados en tinta y papel, junto con las fotografías que conforman aquella vieja exposición, para celebrarlo como en el pasado, con una deliciosa botana acompañada de un caballito de tequila en algún rincón familiar de este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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